viernes, 8 de marzo de 2019

Un viaje en el tiempo: la guerra y el franquismo.

Dejé mi relato en la muerte de Joselito y la recién construida plaza de Las Ventas.
Dediquemos unos renglones a hablar del eje de esta Fiesta, el principal protagonista: el toro. Diferentes sangres y razas han poblado el campo bravo durante siglos. Grandes vacadas han pasado a la historia. Desde monjes hasta reyes pasando por campesinos y gente dedicada a otros menesteres, todos han querido criar este totémico animal. Hasta la llegada de José, uno de los encastes más famosos era el Veragua. Tras una época en la que se buscaba que el toro diese espectáculo en el caballo, con el de Gelves en la cima del toreo, la idea cambia y se empieza a buscar un toro que aguante y dé emoción en la muleta. El toro de Tamarón reúne estas condiciones. El joven torero se pasea por las fincas como Pedro por su casa y opina, recomienda, aconseja y no duda en ayudar a los ganaderos en la búsqueda de ese toro. Todos los ganaderos cambian. Surgen nuevos encastes a base de cruces con diferentes sangres. A lo largo del siglo XX diferentes ganaderos harán historia. Por citar a los de más renombre mencionaré a los andaluces Juan Pedro Domecq, Pablo Romero y Eduardo Miura, al salmantino Atanasio Fernández, al madrileño Victorino Martín y el extremeño Conde de la Corte.

En 1928 un doctor inglés llamado Alexander Flemming, descubre la penicilina, importantísimo avance médico que evita las infecciones, por lo que ayudó notablemente en la recuperación de los toreros. De hecho, muchos de los matadores que morían no era por la cornada en sí, sino por las complicaciones que de esas heridas surgían. Debido a ello en la explanada de Las Ventas hay un monumento en su recuerdo.

Llega la década de los 30 y con ello la Guerra Civil. Franco se subleva y la contienda dura tres años. Miseria y pobreza abundan en España. La manera en que la guerra afectó al toreo, ya no solo en que cortó la temporada sino mucho más. Había que comer y muchas ganaderías fueron arrasadas para alimentar a la población. En la zona roja fue más duro, los ganaderos rogaron al Ejército Popular que cogiesen tantos animales como necesitasen, pero por favor mantuviesen un número determinado de vacas y sementales con el fin de mantener las camadas. Hicieron caso omiso de esta petición y un gran número de ganaderías fueron totalmente devastadas. No así en la zona nacional donde con cabeza y lógica las cosas se hicieron mucho mejor. En dicha zona la guerra se notó menos y se llegaron a organizar festejos benéficos.
En 1939 la guerra llega a su fin. Desde Burgos se emite un parte militar anunciando que la guerra ha terminado. Toca empezar de nuevo, reconstruir España y olvidar esos 3 años de conflicto. Ese mismo año toma la alternativa en Sevilla posiblemente uno de los personajes más conocidos en España, un cordobés llamado Manolete. Con la posguerra en el día a día, la gente lucha por volver a la normalidad. Con un gran número de ganaderías muy mermadas tras el conflicto, se decide retomar la actividad con los animales que queden en las fincas.
Durante el franquismo hay toreros para todos los gustos y de todos los estilos, pero son dos los que marcan taurinamente el inicio y fin de este periodo político: el ya mencionado Manolete, que muere en Linares en el 47 y otro cordobés también llamado Manuel. “El Pelos” arrasa por su personalidad y carácter fuera y dentro de la plaza. Llega el 600, el menú del día y los alemanes colorados con chanclas y calcetines. España está en pleno apogeo y Manuel Benítez “El Cordobés” es el torero del momento, gana dinerales y las fábricas y empresas dan permiso a sus empleados para que salgan de la oficina y le vean torear. Otro detalle importante a resaltar y es que por mucho que se diga, Franco y su equipo de gobierno no eran taurinos. Lo respetaban sin más. Iban puntualmente a las corridas más señeras. De hecho, apoyaron mucho más el fútbol que los toros.
Nace en Ronda una dinastía torera: los Ordóñez. Sin duda el más destacado fue Antonio. Tuvo gran amistad con el director de cine estadounidense Orson Welles y con el escritor Ernest Hemingway. De hecho, los restos mortales del cineasta descansan en la finca del rondeño. Ernesto se enamoró de España y sobre todo de Pamplona, gracias a él los “Sanfermines” alcanzaron una fama en Los Estados Unidos desorbitada.

Otro torero del que hay mencionar es Luis Miguel Dominguín, autentico figurón del toreo, fue amigo del malagueño Pablo Picasso que incluso le llega a diseñar vestidos para torear. La temática taurina en el pintor andaluz es constante. En homenaje al pintor, desde 2009 se celebran corridas picassianas en su Málaga natal. Los toreros adornan con fantasías y detalles sacados de sus cuadros los bordados de los vestidos.

1 comentario:

  1. Que ganaderias desaparecieron en la zona republicana ?

    Rehicieron despues los ganaderos sus ganaderias ?
    Con que vacadas ?

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