martes, 26 de marzo de 2019

¿Qué es torear?

COLUMNAS FUNDAMENTALES QUE SUSTENTAN EL TEMPLO DE LA TAUROMAQUIA.

La Verónica, El Pase Natural, el Pase de pecho y la Estocada.
Otras suertes que se practican o las que puedan inventarse, son complementarias a las citadas.
No son naturales los que se dan con la mano derecha, con estoque o sin él; son pases en redondo, por bajo, y ayudados con una o dos manos. El pase de pecho, es el complementario del Natural, por tanto se ejecutará sólo con la misma mano, la izquierda. "¡El Toreo es un ejercicio del espíritu. Se Torea cómo se es!" .
Rafael de Paula, Antonio Bienvenida, Santiago Martín "El Viti" y José Ignacio "Uceda Leal" que dan vida aquí, a las suertes, son fabulosos estilos, inmejorables, ayer, hoy y siempre.
Rafael Campos de España.

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(Foto: el autor)

Este cartel preside la nave de entrenamiento de la escuela de Tauromaquia de Madrid, "Marcial Lalanda". El toreo fundamental es el que arriba está explicado y ya está. No hay más. Lo accesorio, es eso, accesorio, lo superfluo, aquellos lances tanto de capote y de muleta que si se dejan de realizar nadie los echará de menos. No pasan a la historia si un torero los realiza ante la cara de un toro. 
Nadie se acuerda de las lopecinas de Menganito o de las luquesinas que hizo Fulanito; en cambio en la memoria del aficionado perdurarán las verónicas con las que Morante de la Puebla hizo que 24.000 almas tras una calurosa tarde de mayo, saliesen toreando de la plaza con la chaqueta o los programas de mano; los soberbios pases de pecho de José María Manzanares con los que remata cada tanda de muletazos, o las rotundas y macizas faenas de "El Cid" en Madrid toreando como los ángeles sólo con la mano izquierda y por supuesto nadie olvida como Emilio de Justo mató dos toros el pasado octubre como hace mucho que no se ve. 
No hacen falta muchas -inas (Véase arrucinas, luquesinas, bernadinas...) para llegar al buen aficionado, es más, éste se conforma con lo clásico, lo que nunca pasará de moda: el toreo eterno. 
Vemos a matadores y novilleros hacer todo lo posible por triunfar ejecutando una gran variedad de lances que luego caen en el olvido. Echen un vistazo a faenas históricas como las de Julio Aparicio a Cañego o la de Juan Mora con un toro de Torrealta hace nueve años. Mientras que las faenas duran 40 y 50 muletazos, pongo de ejemplo la que hizo Sebastián Castella a Jabatillo, grandiosa pero larga como la Cuaresma, el cual necesitó once muletazos para iniciar la faena; Juan crujió Madrid con quince naturales !quince!, no sé si hace falta que decir que abrió la puerta grande. En la brevedad está lo difícil, el ser capaz de llegar al espectador y emocionarlo con un puñado de pases.
Por eso me ilusionan jóvenes como Ginés Marín, Tomás Campos, Juan Ortega, Pablo Aguado y el novillero Ángel Jiménez ya que enarbolando el clasicismo en su manera de torear sin alharacas ni estridencias, son una bocanada de aire puro de torería en estos tiempos de vulgaridad y mediocridad. Son ellos en los que tengo esperanza. 

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