lunes, 27 de marzo de 2023

Mario Navas destaca bajo un fuerte vendaval.

 Comenzó la temporada en la Villa y Corte. Después de varios meses de descanso, volvieron a abrirse las puertas de la Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid. El domingo 26 de marzo un tercio de plaza aproximadamente ocupó los asientos de granito con ganas de examinar a un nuevo novillero: el pucelano Mario Navas se presentó ante la afición venteña. Yon Lamothe y Álvaro Alarcón completaron la terna para lidiar un encierro del hierro gaditano de Fuente Ymbro. 

Dios dispone, el hombre propone y el viento y el toro lo descomponen. Un vendaval arreció desde bastante antes de empezar el festejo. Eolo sopló con fuerza y las banderas ondeando en los tejados de la plaza indicaban que la tarde se avecinaba imposible. Y así fue. La Monumental de Las Ventas, o de Los Vientos según el día, fue testigo de una tarde muy desapacible. 

De azul soraya y oro vino desde Valladolid Mario Navas. Día importante para el diestro castellano pues le tocó pasar el examen que todo aquel que se viste de luces tiene que afrontar: presentarse ante la plaza de Madrid. Aprobó. No fue matrícula de honor pero sí un notable alto así que Mario merece una segunda tarde este año y, a ser posible, sin viento. Apunten su nombre porque es un torero que apetece volver a ver. Voló con gusto las telas del capote y con la muleta se colocó en el sitio y pegó una serie de naturales que gustaron mucho a la parroquia venteña. Clásico en las formas y valiente ante las circunstancias. Estuvo listo toda la tarde. Jugando con los terrenos aprovechó las zonas donde menos dio el viento y pudo aprovechar las nobles embestidas de los dos novillos que le tocaron en suerte. Dio una vuelta algo protestada en el tercero y saludó una ovación tras aviso en el sexto. 

Álvaro Alarcón (verde hoja y oro) mostró cara y cruz. Estuvo firme en el segundo y agobiante ante la sardinilla que salió en quinto lugar. Su primer animal presentó infinidad de complicaciones que, sumadas al fuerte viento, puso en no pocos problemas al joven torerillo. Lo positivo fue que todas estas vicisitudes aumentaron la importancia de la labor de Álvaro. Y cumplió con creces pues todas esas dificultades aumentaron el valor de la labor de Álvaro. El Toledano apostó y sufrió un fuerte revolcón al entrar a matar. Tras pasar a la enfermería salió al ruedo para enfrentarse a un becerrillo indigno. El equipo veterinario nos coló un animal absolutamente impresentable. Chico, terciado y escurrido de carnes. Una raspilla de pescado propia de cualquier capea de pueblo en vez de una plaza de primera. La pitada fue monumental. Los "miaus" se oían a cada lance de Álvaro. Con naturalidad y parsimonia enjarretó a aquel animalito unas verónicas dignas de olé, pero en los enfadados tendidos resonaban con fuerza protestas y silbidos. A pesar de su esmirriado trapío, tuvo virtudes en su embestida que el matador no aprovechó. Con mucha torería se salió con el toro a los medios en un precioso inicio de faena. Abusó de cercanías y en un palmo de terreno quiso hacer la faena. En vez de dar sitio a la sardinilla se amontonó y la faena decayó. Deja dudas tras su paso por Madrid, y cosa mala pues a primeros de mayo tomará la alternativa en esta misma arena y lo hará ante dos máximas figuras como son "El Juli" y Roca Rey. 

Abrió cartel el francés Yon Lamothe (marino y oro). No tuvo toros pero tampoco ganas. El espigado muchacho anduvo acelerado ante un inválido primero que debió ser devuelto y pesado en el cuarto. Alargó sin motivo una faena que rubricó de una buena estocada. Fue silenciado en sus dos toros.

La corrida fue una escalera. Seis novillos de desigual estampa y comportamiento fue lo que trajo Ricardo Gallardo desde Cádiz. Entre las cuadrillas destacó Vicente Herrera en el segundo por sus airosos pares de banderillas. 

Próximo festejo: domingo 2 de abril. A las seis en punto de la tarde. Tres toros de Pallarés y tres de Los Maños para Esaú Fernández, Adrián de Torres y Gómez del Pilar 

(Fotos: Las Ventas).