viernes, 22 de octubre de 2021

Chenel en el recuerdo.

Se cumple una década del fallecimiento de un torero con mayúsculas: Antonio Chenel Albadalejo, Antoñete en los carteles.

Hubo una época en Madrid en que el fútbol era algo secundario. O el baloncesto. Y otras muchas cosas. En aquellos años 80, que marcaron una manera de pensar y actuar en la sociedad española que abanderaron principalmente las generaciones más jóvenes que vivieron con intensidad aquella década, la vida giraba en torno a la Fiesta. Se hablaba de toros en el metro, en las tabernas, en la calle, en los comercios, en los medios de comunicación... y gracias al auge de la Escuela Taurina situada en la Casa de Campo, hizo sino aumentar la afición de miles de muchachos que soñaron con ser toreros y que la tauromaquia estuviese presente en la vida cotidiana de muchos madrileños. La empresa Chopera, una de las grandes casas que ha habido, gestionó durante aquellos años la catedral del toreo. Y su brillante trabajo fue el responsable de que muchos se aficionasen al arte de Cúchares. Hubo muchísimos toreros que durante esos 80 hicieron de esa década una etapa absolutamente apasionante en la historia de la Fiesta pero hubo uno de Madrid fue el que de verdad movió a aquellas masas de aficionados: Antoñete.


Ante la Virgen de la Paloma en la capilla de Las Ventas. Momentos previos...

En aquellos movidos años, la gente salía con resaca del Rock-Ola y se iba a Las Ventas. La plaza se llenaba de "chupas de cuero" para ver al torero del Mechón. ¿Y por qué? Porque tras unos años de hastío y vulgaridad, Antoñete volvió tras unos años retirado y, como cuando a un niño que no sabe nada y empieza por aprender las vocales, volvió a la base, o sea, a enseñar a aquella afición tan severa el toreo más clásico y más puro a la vez que sencillo, sin alharacas ni excentricidades. Los rockeros, los poetas, los "punkis", los músicos, los que empezaban a interesarse por la tauromaquia, los aficionados cansados de mediocridad... vieron en Chenel el toreo de siempre. Faenas como las que hizo a Danzarín o Cantinero, fueron un bello ejemplo de lo que es torear. Él fue el faro de esa generación. Por ejemplo, Gabinete Caligari se inspiró en la tauromaquia para componer canciones y hasta "El Fari" dedicó un tema al genial torero madrileño.

"Más que macarras, ¡castizos! Íbamos a los toros". Yo voy a los toros desde que tengo siete años, me llevaba mi padre que era crítico taurino. El ambiente, ver los toros, salir de los toros, y la caña, el carajillo e invitar a una chica a los toros. 
"Estaba de moda Antoñete. Y en los ochenta, Las Ventas se llenaba de cazadoras de cuero. Te juro que venían de Rock-Ola de resaca para ir a ver a Antoñete".
Jaime Urrutia.
 

                     ...Y después de rezar, apurando el último cigarro...  Luciendo su eterno malva y oro.

Pero... ¿Por qué era tan especial? ¿Se toreaba peor o mejor que cuando no estaba Antoñete? ¿Qué tenía Chenel que no tenían los demás? No era cuestión de ser mejor o peor. Resumidamente, puedo decir que la cuestión eran sus formas, el conocimiento del animal al que daba más protagonismo etc. Antonio daba distancia, citaba al toro y cargaba la suerte en el último suspiro. Sus faenas eran cortas, pero sus muletazos eran macizos y rotundos. Su torería llenaba la plaza y su actitud, chula y castiza, enamoraba a aquella afición. Y ésta, era absolutamente fiel. Ya fueran tardes de gloria o tardes silenciosas, todos esos madrileños no se perdían ni un sólo día en el que Antonio se anunciaba en Las Ventas.


Así citaba al animal. Siempre de frente, con clasicismo, pureza y torería.  

Nació nuestro protagonista en Madrid en 1932, y con siete fue acogido en casa de su cuñado Paco Parejo, el cual era mayoral en los corrales de la plaza de Madrid, por lo que Antonio, (que por aquella época aún no era Antoñete), conoció el toreó y aprendió todo lo que Paco le enseñó. A base de ver entrenar a los toreros de aquel entonces, se le metió el gusanillo del toreo y con un saco viejo se cosió él mismo su primera muleta.

Llegó el día en el que Parejo le apuntó a la parte seria del Bombero Torero y sin apenas experiencia, dejó boquiabiertos tanto a su cuñado como a los profesionales que allí estaban por cómo toreó la becerra.  Se doctoró en Castellón con 21 años. Sus años de novillero y los primeros de matador, toreó y se curtió pero sin que nada extraordinario ocurriese. No despuntaba. En su segunda tarde en Madrid cortó tres orejas pero ni aún así conseguía despegar: cornadas, muchas lesiones, la indiferencia de los empresarios... Antoñete apenas toreaba así que pensó seriamente pasarse a la fila de los banderilleros. Hasta que llegó el año 1965 y el 8 de agosto le corta dos orejas a Flor de Malva, un toro de Félix Cameno en Madrid. Un año después, en la feria de San Isidro, bordó el toreo con Atrevido, un animal de Osborne. Si no fuera porque no acertó con la espada, habría cortado el rabo. Está considerada como una de las grandes faenas en la historia de la plaza de la calle de Alcalá. Volvió el infortunio, pues la mala suerte se cebó con él. Siguieron unos años sin historia y en 1975 tras matar discretamente seis toros de Sánchez Fabrés en Las Ventas tomó la decisión de retirarse. Viajó a Venezuela y gracias a unos ganaderos que le acogieron, se recuperó anímicamente tras esos años sin apenas éxitos y empezó a coger sustituciones de las figuras españolas cuando no podían torear en aquellas plazas por los motivos que fueren. 


La media verónica a Atrevido. Así remataba Chenel el principal lance de capa.
Legendario trasteo conocido como "la faena al toro blanco".

Sus triunfos en ultramar resonaban con fuerza en la Madre Patria y regresó en 1981. Aquel mismo año hizo el paseíllo en la Villa y Corte dejando retales de buen toreo. En 1982 su carrera comenzó, por fin, a despegar: le cortó dos orejas a Danzarín de Garzón y la crítica fue unánime. La afición se rindió al torero. El 7 de junio de 1985, tras tres años sin grandes triunfos en la capital, vuelve a dictar una lección. Le cortó las dos a Cantinero, de la misma ganadería que Danzarín y tras ese triunfo, se retiró brevemente. Siguió toreando un año después pero sin dejar faenas estelares. Aún así, movía masas de aficionados. En el 88 firmó su última gran actuación en el coso venteño con un toro de D. Álvaro Domecq llamado Siestecita y no volvió a torear en Madrid. Durante aquella década, toreaba cuatro y hasta cinco tardes en el ruedo capitalino por temporada.

                                          

                                   Natural a Cantinero. 7 de junio del 85. Ese día cortó tres orejas.

Diez años más tarde, exactamente en junio del 98, el día de San Juan y para celebrar su sexagésimo sexto cumpleaños hizo un regalo inolvidable a la afición: abrió Las Ventas y mató dos toros altruistamente. En agosto del año siguiente dejó muletazos para el recuerdo en Antequera en una tarde que se intuía insuperable pues toreó con Curro Romero y Rafael de Paula. Y ese mismo otoño, en Jaén, volvió a reverdecer laureles obsequiando a los jiennenses dos obras inigualables. Su delicado estado de salud, sumado a dos pulmones que rebosaban nicotina, dijo basta en Burgos de 2001. En mitad del festejo, tuvo que ser atendido por problemas respiratorios. Dejó de impartir cátedra en los ruedos pero siguió haciéndolo en televisión. Fiel compañero de Manuel Molés en Canal Plus, deleitó durante los 90 (mientras seguía en activo) y 2000 a los abonados a este canal privado. Hablaba poco pero cuando lo hacía dejaba enseñanzas que seguramente nadie olvida. No fue figura, como tampoco fue un torero de muchos festejos y altos datos numéricos. Fue algo más que figura del toreo, tiene Chenel otro título que reciben esos matadores que por su personalidad y carisma atraen a los aficionados: torero de culto. Ser figura puede serlo cualquiera, pero ser un torero que marque una época y quede en el recuerdo de generaciones posteriores, es mucho más difícil. Él lo es. 

En Madrid toreó un total de ochenta tardes: setenta y siete como matador y tres como novillero. Cortó 32 orejas. Salió siete veces por la puerta grande.

Pero el resumen de este sencillo recuerdo podría ser este vídeo: sus tardes más gloriosas, faenas legendarias... Media horilla de felicidad. Disfrútenlo. 


 
DESCANSE EN PAZ, TORERO



jueves, 14 de octubre de 2021

Breves apuntes de Madrid (III).

Cerramos la última sesión de toros con la corrida que fuera suspendida por la lluvia y que estaba programada como el primer festejo de la feria de Otoño: viernes 8, toros de Jandilla y Victoriano del Río para Diego Urdiales (verde y oro), José María Manzanares (marino y oro) y Paco Ureña (negro y oro). 

Urdiales sin suerte. El riojano llegaba a Madrid tras cortar dos orejas en Sevilla pero poco pudo hacer en esta ocasión con los toros que le tocaron. Saludó una ovación Josemari tras una faena llena de pases y más pases. ¡Qué aburrimiento! Y lo mismo en el quinto. JMM no se hizo con el animal y eso que era un toro de lío gordo. El toro era exigente y por ello, como figura que es, tenía que haber intentado el alicantino un esfuerzo. No quiso. Pudo, pero no. Y Ureña, al que creo que pudo hacer algo más de lo que hizo en el tercero, no pudo, e inédito ante el sexto. Vi al murciano desubicado y sin ideas. Tras un gran año 2019, no ha sabido mantener esa línea. Hay que espabilar. 

Entre las cuadrillas destacaron Daniel Duarte y Óscar Bernal.


El sábado 9, en vez de acudir a Las Ventas, me fui a Villa del Prado. Se celebraba el último festejo de certamen llamado Copa Chenel, en la que han participado toreros que no frecuentan las grandes ferias y que independientemente de su juventud o madurez han dejado constancia de que hay en el escalafón toreros de sobra para hacer carteles de interés para el aficionado. Y en cuanto al ganado, variedad de encastes: Domecq, Santa Coloma, Veragua, Atanasio, Martínez... En esta ocasión Sánchez Vara (gris plomo y oro), Paulita (rosa y oro) y Miguel de Pablo (rosa y oro) torearon tres toros de Hermanos Quintas y tres de Partido de Resina. Correctos de presentación pero con las fuerzas justitas.

Una corrida en la que en general los tres toreros manejaron con acierto el capote. Las verónicas más pintureras fue las que dio Paulita. Sánchez Vara lidió un primer animal de Quintas de buena condición. Empujó con brío al peto y con calidad por el pitón izquierdo. No estuvo a la altura el manchego. Cortó un oreja vergonzosa. Ante el cuarto, de PR, a punto estuvo de cortarle otra oreja. Menos mal que el presidente se puso serio. Una faena en que la hubo mando y dominio pero estuvo despegado y sin ajuste. Paulita pechó en primer lugar ante un animal sin fuerza al que toreó muy pinturero el diestro aragonés. Recibió un tremendo porrazo en el quinto y por el esfuerzo y ganas ante un animal de nobleza y clase, a pesar de estar mellado tras la escalofriante voltereta, cortó otra oreja. Miguel de Pablo se las vio con un descastado tercero al que toreó con gusto y decoro. Cerró la tarde ante un animal que no dio ninguna opción. Una tarde marcada por el pésimo uso de la espada por parte de los toreros y de los nefastos puyazos por parte de los picadores. 

José Mora saludó por sus pares de banderillas en el primero. 

Tras haber acabado las rondas clasificatorias, los carteles restantes son los siguientes:

Sábado 16 de octubre: Valdemorillo. Primera semifinal con toros de Zacarías Moreno y Prieto de la Cal para Fernando Adrián, Jesús Enrique Colombo y Jorge Isiegas. 
Domingo 17 de octubre: San Agustín de Guadalix. Segunda semifinal con toros de D. Celestino Cuadri y Rehuelga para Fernando Robleño, Paulita y Tomás Angulo.
Final: sábado 23 de octubre. Cadalso de los Vidrios. Toros de José Vázquez y Adolfo Martín.

Brevemente, aunque no fui a Madrid, se lidiaron erales de Jandilla para los finalistas del certamen para alumnos de las escuelas taurinas madrileñas, Camino hacia Las Ventas, y que de igual modo, hay fases clasificatorias durante los meses estivales. Rubén Núñez, Juan Herrero y Alejandro Chicharro fueron los que torearon esta final. El triunfador fue el azteca Rubén Núñez. Lo más positivo de este festejo fue la gran respuesta del público y la cantidad de jóvenes que asistieron.


El domingo 10 aconteció la segunda tarde de Juli (negro y oro), que en esta ocasión estuvo acompañado de Miguel Ángel Perera (marino y oro) y Daniel Luque (blanco y plata) para lidiar un encierro de Santiago Domecq. Dos toros fueron rechazados y tuvieron que remendar el encierro con otros tantos animales de La Ventana de El Puerto. 

Cortó una oreja Luque. Estuvo el de Gerena valiente y dispuesto. Su lote fue áspero y complicado. Lo más significativo fueron las verónicas al tercero y una buena estocada que valió el trofeo. Julián no tuvo toros y lo poco que hizo fue insípido y sin contenido. Perera también estuvo insulso. Mató de un bajonazo al segundo y se puso pesado ante el impresentable quinto. Incomprensible que durante una de las faenas (por sosa y sin emoción) del pacense, se levantase una señora y se pusiera a cantar. Cosa que nunca ha ocurrido en Madrid y que mucha gente protestó. 

Destacó la cuadrilla de Perera toda la tarde y Juan Contreras saludó una ovación en el sexto.


Se cerró la temporada el día de la Hispanidad. Morante de la Puebla (celeste y oro), López Simón (marino y oro) y Ginés Marín (obispo y oro) estoquearon seis toros de Alcurrucén.  Sosa y descastada corrida de los Lozano pero muy bien presentada en lo que a trapío se refiere. Abrió la puerta grande Ginés ante un toro noblón, como todos sus hermanos. Madrid rugió en el sexto gracias a una faena en la que destacaron un par de enormes y largos naturales tras varios cambios de mano. Empezó el jerezano acelerado y con un toreo eléctrico pero se fue asentando y poco a poco la obra empezó a coger altura. Para mi gusto fueron extraordinarios los naturales a pies juntos y cerró el trasteo con una estocada de mala colocación, parecida a la que dio Morante al primero de la tarde. Aún así, un público extasiado pidió unas excesivas dos orejas. Fue un trasteo con muletazos que alborotaron los tendidos pero sin la rotundidad de una faena maciza de principio a fin. En resumen, fue un premio a un par de naturales excelentes y poco más. A mi juicio la faena era de una. Así que por segunda vez en su carrera cortaba dos orejas a un toro de este hierro y salía a hombros de la juventud madrileña. En su primero se las vio con un toro  con calidad pero sin apenas fuerzas. Además de esos naturales que tanto emocionaron hay que decir que el andaluz estuvo sensacional con el capote toda la tarde. 

Volvía Morante a la Villa y Corte tras un par de temporadas sin dejarse ver por el número 237 de la calle Alcalá. Dejó destellos de inmensa calidad con el capote y la muleta: verónicas, la media, el galleo por cacerinas, unos ayudados por alto y unos naturales muy buenos. Su primer toro mostró dificultades y José Antonio supo hacerle todo lo que el animal requería. Mató de un bajonazo. El público, que tenía ganas de verle triunfar, le regaló la oreja. Si su otro toro hubiese tenido un mínimo de fuerza y embestida, seguramente habría salido el sevillano por la puerta grande. La gente estaba deseando sacarle a hombros. Pero no ocurrió. El sevillano abrevió y fue silenciado. Si hubo un momento álgido en la tarde fueron las chicuelinas al tercer toro. Morante puso en pie Madrid y Ginés tuvo la osadía de replicarle. Duelo de quites para el recuerdo. Tras haber lidiado unos 90 toros en Las Ventas, el balance de Morante es de menos de diez orejas.

López Simón estuvo vulgar con el capote toda la tarde y fue arrollado en el comienzo de faena de su primer toro. Temiendo lo peor, se repuso y siguió su faena pero nada emocionante ocurrió. Mellado por el golpe, siguió y aguantó hasta que acabó el festejo. Horas después tuvo que ser operado por una cornada interna.  

Entre las cuadrillas destacaron José Chacón con el capote y Guillermo Marín, padre de Ginés, por su buen segundo puyazo al tercero de la tarde. 


lunes, 4 de octubre de 2021

Breves apuntes de Madrid (II).

Comenzó el segundo fin de semana de la feria con una novillada de D. Antonio López Gibaja. Torearon Alejandro Fermín (grana y oro), Ignacio Olmos (caña y oro) y Alejandro Adame (marino y plata). Fue otra tarde sin mucho contenido. Festejo insípido. Lo único a destacar fue el boyante tercer novillo. El resto acusaron flojedad y mansedumbre. El cuarto fue un señor toro.

Alejandro es mejicano y hermano de toreros. Es el pequeño de ellos. Joselito y Luis David ya saben lo que es torear en Madrid. Ayer se presentó el benjamín de la familia ante la cátedra venteña. Digno debut presentación del diestro azteca. El chaval, correcto con el capote estuvo inspirado pues hizo varios quites: chicuelinas, navarras, una elegantes verónicas a su primero... Se lució con unos profundos muletazos, sobre todo con la izquierda, al primero de su lote y marró con la espada. En general se mató muy mal toda la tarde. Y abúlico en el sexto. 

Olmos fue silenciado en su lote. Tenía esperanza en este toledano, pues en 2019 dejó varias tardes interesantes en las que mostró raza y valor ante novillos de diferente condición. Este viernes 1, tampoco es que tuviera un lote ideal para el triunfo pero no le vi con la ambición de días anteriores. Sobrio en sus formas, consiguió hilvanar algún decoroso derechazo al complicado segundo. Un animal que tenía peligro sobre todo por este pitón, se colaba y buscaba herir al torero tras cada muletazo. Aún así, yo creo que un esfuerzo habría valido la pena por parte del novillero. Y nada en su segundo. Otro animal sosaina y mansurrón que no dio ninguna posibilidad de lucimiento. 

Abrió cartel un extremeño. Alejandro Fermín sigue tras muchas temporadas en el escalafón de novilleros. Incomprensiblemente el presidente no devolvió al primero, un novillo blando y desrazado que se cayó varias veces. Sin sentido, Alejandro se extendió pegando muletazos y aburriendo al personal. El cuarto, que fue el toro con cuajo y remate, tras un alegre comportamiento del animal en el caballo, poco a poco a fue decayendo en la faena de muleta. Algún lucido muletazo se pudo ver pero ante un animal que pegó el bajón, Fermín abrevió. 

Entre las cuadrillas brilló Sergio Aguilar con las banderillas en el cuarto. 
 



El sábado 2 se agotó el papel. Julián López "El Juli", Emilio de Justo y Juan Ortega hicieron el paseíllo para estoquear una corrida de Garcigrande. Destacó por su buen juego el primero de la tarde. 

 El gran triunfador de la tarde fue Emilio. Volvió a salir a hombros por segunda vez consecutiva en esta temporada ya que lo consiguió el pasado mes de julio. Por ese motivo se le sacó a saludar al romper el paseíllo; quiso Emilio sacar a sus compañeros a responder la ovación pero ellos declinaron, honrado detalle pues Julián y Juan no tenían motivos para ello. Emilio es el triunfador del año: dos puertas grandes en Madrid y otra en Sevilla tras un faenón premiado con las dos orejas son algunos de sus hitos más importantes de esta temporada. Puso a Madrid en pie con un toreo entregado y de verdad. En las primeras tandas fue poco a poco haciéndose con el toro y a medida que avanzaba la faena, las series de muletazos subían de intensidad. A pesar de las pegas del peso y el tamaño de los toros que repite una y otra Emilio Muñoz en las cámaras de Movistar TV, un toro que según este torero sevillano no podía embestir, este quinto toro (que pesaba una barbaridad) se entregó y Emilio lo bordó. Por ambos lados. No falló con la tizona y rubricó la obra con una sensacional estocada. Rugió Madrid. Hubo hasta quien le pidió una incomprensible vuelta al ruedo. El toro fue noble pero no como para tal premio. Vestido de nazareno y oro salió a hombros en Madrid por tercera vez en su carrera.

El segundo torero en expectación era Juan Ortega (corinto y oro). Tras una temporada con faenas para el recuerdo, venía de Sevilla tras bordar el toreo con el capote en varias tardes. Pasaportó rápidamente a su primero y con  el sexto fue todo primor. Muletazos de muchísimos quilates, detalles enorme torería... Un toro simplón que acudía con boyantía y el sevillano le aplicó suavidad con la muleta. Una faena desestructurada en el pegó pases por todo el ruedo. Torero de gran clase pero tiene que poner ese poco que falta para enrabietarse cuando un toro le exige. 

A Juli (sangre de toro y oro) se le fue el primero. Un toro con el tenía que crujir Las Ventas pero Julián metió pico y tiró líneas. Una máxima figura como es él tenía que haber hecho mucho más de lo que hizo. A pesar de ello cortó una oreja. Tiene el de San Blas otra oportunidad pues repite tarde el próximo domingo con Daniel Luque y Miguel Ángel Perera. 

Entre las cuadrillas destacó sobre todo Iván García por sus pares de banderillas. Un detalle a resaltar es el desorden de las divisas: como es habitual que las ganaderías tengan dos o más hierros, y cada uno tenga su divisa identificativa; en el caso de Garcigrande, el segundo hierro de esta casa salmantina es Domingo Hernández. Salieron toros de DH con la divisa de Garcigrande y viceversa. Detalle que sólo se fijaron los aficionados más avezados. No sé si por distracción o dejadez de los responsables de toriles de Las Ventas pero es algo que hay no se debe volver a repetir.







El cierre de este fin de semana fue gris. Gris por la capa cárdena de los Albaserradas de Adolfo Martín y por el circo que se montó en la plaza al final del festejo. Rumores que se oían y leían las semanas previas cuando decían que Antonio Ferrera pidió seis toros por la mañana y seis por la tarde. Quizá para emular a aquella gesta que en su día hizo el gran Antonio Bienvenida en 1959 y que, tras estoquear los seis matinales, volvió a Las Ventas en la sesión vespertina para seguir su hazaña pero en el tercer toro (noveno del cómputo total) tuvo que retirarse por problemas musculares.

Lució un turquesa y oro. Los sobresalientes fueron Álvaro de la Calle (verde y oro) y Jeremi Banti (blanco y oro). A destacar la imponente presentación de los toros de Adolfo. Así fue la cosa: descastado el primero, buscaba al torero y se quedaba corto en su recorrido. Silencio. El segundo, que era serio y muy bien presentado, acudió con alegría al peto desde los medios. Ferrera plantó batalla en los bajos del tendido 3 dejando muletazos de importancia por ambos lados y detalles muy toreros en los andares y en las formas. Ovación. En el tercero, expuso Antonio ante animal que desarrolló peligro. Tras varios fallos con el acero, despachó al cárdeno animal con un espadazo monumental. Silencio. Ate el cuarto, pudo haber apostado por un par de series cortas de muletazos para aprovechar lo que tenía el animal pero no lo debió ver claro. El quinto fue un animal deslucido y de corto viaje en su embestida. Silencio también. En el sexto escuchó un aviso. Un toro que huía y no quiso saber nada del torero y su franela, al que el extremeño pegó varias tandas aceleradas y sin ningún sentido. Ferrera quiso desquitarse de una tarde sin historia y pidió el sobrero. Salió un toro de Pallarés (encaste San Coloma) y Antonio se lució con el capote. Quiso compartir el tercio de banderillas con Fernando Sánchez, Antonio Chacón y João Diego Ferreira. Cada uno clavó un par. El mejor fue Ferreira. El subalterno portugués puso a la plaza en pie. Ya en la muleta se fajó al animal en varias tandas, asentadas las zapatillas toreó con gusto pero sin rotundidad. Cortó una oreja muy pobre gracias a unos enloquecidos tendidos de sol. Una vez muerto el animal pidió un segundo sobrero pero el presidente no lo autorizó. El publico montó en cólera, e inundó el ruedo  de almohadillas mientras AF discutía con los delegados para pedir dicho sobrero. Hasta el sexto, y quitando el blando y descastado juego de los toros, AF estuvo digno y mostró ganas durante toda la tarde. Pero fue excesivo pedir esas "dos" últimas oportunidades para intentar abrir una puerta grande que a poco habría sabido. Una plaza carnavalera y circense quería sacar a su torero a hombros a toda costa. El presidente puso cordura y cortó en seco aquel espectáculo. Ya tendrá Antonio más ocasiones para triunfar en la plaza de Madrid. Ferrera estuvo desastroso con la espada. 

Segunda encerrona de Ferrera en apenas dos años. No tocaba. Si miramos la estadística, encerrarse en Madrid y triunfar con rotundidad toda la tarde, habría que remontarse al 96 en la que José Miguel Arroyo "Joselito" cortó seis orejas, al 70 en la que Paco Camino cortó siete orejas y la legendaria de Joselito "El Gallo" a principios de siglo con los toros de Martínez. Entre tanto, aunque haya habido encerronas para recordar y para olvidar, no ha habido ninguna tan rotunda y tan recordada como las mencionadas. Es imposible. Hay que ser muy buen torero y que se alinien los astros para que todo salga bien. La probabilidad de éxito es bastante baja. 

Ferrera no ha tenido su día, los que han brillado de verdad han sido las cuadrillas. Tarde para el recuerdo de João Diego Ferreira, de "Fini", de Manolo Montoliú, de Fernando Sánchez, de José Chacón... Fabulosos todos, con banderillas o con el capote. Y entre los picadores destacó Antonio Prieto por sus puyazos al segundo de la tarde. La decepción llegó con Gabin Rehabi, picador francés con premios y reconocimientos en todos los cosos galos y que muchos aficionados tenemos ganas de verle al sur de los Pirineos ya que por diferentes motivos no suele torear en plazas españolas, que yo sepa, pero picó mal y duramente al toro que le tocó en suerte. Esperé mucho más de él.






(Fotos: Las Ventas. Vídeos: el autor).