martes, 16 de marzo de 2021

sábado, 6 de marzo de 2021

Crónicas Montañeras: nieve, frío y sol.

El otoño ya está aquí y tras unos días espectaculares llegó el frío y el agua. Volví a la sierra. Varios miembros, y ante todo, amigos de la AJTE, con nuestro presidente a la cabeza, compartimos un día de niebla y ventisca en la Bola del Mundo, también conocido como Alto de Las Guarramillas. Es la Bola la montaña más icónica de nuestra sierra y es "madrileñamente" conocida por los repetidores en su cumbre. Justo encima del Puerto de Navacerrada se eleva este pico hasta los 2.258 metros sobre el nivel del mar. 

Aparcamos y dejamos de espalda los pinares de Valsaín y los campos de Castilla. Nuestro objetivo era coronar la Bola y seguir por La Cuerda hasta La Maliciosa (2.227 msnm). El mal tiempo y la situación en la que nos encontramos poco ayudaron a que la gente subiera al monte. Soledad absoluta, apenas nos cruzamos con algunos montañeros. Empezamos la ascensión por ese sendero que va rodeando la montaña y enseguida dimos con la carreterita que usan o usaban los servicios de mantenimiento de dichos repetidores y que en varias ocasiones ha sido punto de final de alguna etapa de la Vuelta Ciclista a España, así que durante un rato estuvimos debatiendo sobre este apasionante deporte. El fuerte viento, el frío y la nula visibilidad hicieron que apretásemos el ritmo así que sin darnos cuenta coronamos la montaña. Al abrigo de aquella abandonada caseta aprovechamos para reponer fuerzas y paramos unos minutos. Como el gélido viento no lo aconsejaba, continuamos la marcha.
Siguiendo las señales blancas y amarillas descendimos el collado rumbo a La Maliciosa. A partir de aquí empezaron las dudas si íbamos por el buen camino, es esta zona un lugar increíble e imposible de perderse los días soleados, pero en un día como aquel y con la niebla que había, perderse era algo que contemplábamos con facilidad.


Siguiendo las señales, en teoría llegamos a la Maliciosa, cosa que no creo que llegase a ocurrir debido a la niebla que nos impedía ver. Cresteamos y al ver que el fuerte temporal arreciaba por la Vieja Castilla, cambiamos de una cara a otra, es decir de la segoviana a la madrileña. Empezamos a descender y cuando el tiempo nos dio una tregua, volvimos a parar a comer.



 Se ve quien está acostumbrado a la montaña cuando ves que uno saca el bocadillo y una Coca-Cola y servidor sacó botellines de Estrella Galicia, chorizo, pan candeal, navaja y usar la pierna como mesa.. ¿Verdad, Pablo? Con las fuerzas recuperadas descendimos y viendo lo complicado de volver por el mismo camino, la única sensata opción que había, era cruzar toda La Barranca hasta llegar a la M-601 y volver a subir por ella hasta el puerto para volver al coche. Se notaba quien era dominguero y quien montañero, pues los primeros abundaban en las praderas y en la cima apenas había excursionistas. Ameno y agradable es caminar por esta zona así que volvimos a recordar de fútbol y de goles, los momentos en nuestra Grada 6, la faena de Fulanito, el toro aquel que fue bravo, la capea de Navidades...pero el problema empezó cuando llegamos a la carretera general. Tener que subir todo el puerto se hizo insoportable, pero confiaba en que la fuente de los Geólogos estaba cerca, Pero kilómetro tras kilómetro, no aparecía: tres, o cuatro, o cinco kilómetros… Ni me acuerdo. En cada curva confiaba en verla pero se hacía de rogar. La espera se hizo dura pero ese agua fresca que mana de las fuentes de nuestra sierra se agradeció infinitamente. Éramos tres y la marcha parecía una escalada de La Vuelta. 


Fuente de los Geólogos. 

Ni los mejores ciclistas podrían superar mi ritmo del ansia que tenía en llegar a la fuente, en cambio, mis amigos llevaban su trantrán, yo tenía sed y quería llegar cuanto antes. Por fin llegamos y desfallecimos: el cansancio, el pesado asfalto y ver los coches pasar a nuestro lado cada dos por tres aceleraron el agotamiento. Menos mal que aún me quedaba alguna cerveza, chocolate, frutos secos y por supuesto la helada agua que brotaba de aquel caño. Pusimos el turbo y yo estoy seguro que ni Bahamontes, ni Ocaña, ni Merkx en sus años dorados, habrían sido capaces de alcanzarnos en el último repecho antes de llegar al coche. Día exigente, pues aún contra todos los elementos conseguimos nuestro objetivo: coronar, aunque nunca sabremos si era o no La Maliciosa. Yo acabé muy satisfecho. 



En primer término, los bosques de La Barranca. Detrás, el embalse de Navacerrada.




Se me pasó publicar este episodio en La Bola, así que lo he unido al de esta semana para que no se quede en el tintero. Tuve la oportunidad de esquiar en 1º de la E.S.O. y desde entonces no había vuelto a engancharme unos esquíes. Tras organizarlo y ver que era un planazo, el #TeamValle eligió un día de solazo y calor para subir a Cotos y comprobar si éramos capaces de recordar cómo mantenernos encima de ellos. La poca gente y el buen clima acompañó una jornada inolvidable.

Esa carretera que une Navacerrada con el puerto y las de la bifurcación hacia La Granja o Cotos, son una maravilla para conducir y recorrer. Nada más llegar a Cotos se divisa la emblemática Venta Marcelino: si se sigue recto se llega al Real Monasterio de Santa María de El Paular, primera Cartuja de Castilla fundada en 1390 por la Casa Real de los Trastámara y si giramos a la derecha llegamos a la estación de esquí. Dicen que hay cosas que aunque por mucho que no realices, no se olvidan, o sea, es como montar en bicicleta. Nada más llegar me fui directo a la pista de los novatos, a ver si me acordaba de los conceptos. Y así fue, la cuña y los virajes me acordaba de realizarlos. Cogí el telesilla y ya mentalizado para lanzarme montaña abajo... me costó unos segundos, pero tras el primer descenso, hubo otro, y otro y otro... era glorioso. Incluso, un profesor de la estación, imagino, me paró para corregirme y aconsejarme varios detalles. A lo largo del día, oí decir a algunos con los que compartí telesilla que había muchas pistas cerradas y la nieve no era óptima para esquiar bien pero me era indiferente. Me lo pasé como un niño. Volveré. Montaña y nieve. ¿Qué más se puede pedir?





La estación, y al fondo, la mole de Peñalara, pico más alto de nuestra sierra (2.428 msnm).




Desde la cresta, se divisa La Bola del Mundo. 












(Fotos: el autor, excepto la de Venta Marcelino).