lunes, 26 de octubre de 2020

Festival Olé al hambre.

Que el virus está causando estragos es de sobra conocido. Que el mundo del toro siempre ha ayudado cuando otros lo han pasado mal también lo sabemos todos. Y así fue como toreros y ganaderos colaboraron juntos una vez más promoviendo un festival e intentar reunir fondos para aquellos que más lo necesiten en estos meses tan difíciles para todos. Se creó una fila cero y se reunieron objetos donados por diferentes matadores con el fin de subastarlos y aumentar la recaudación.

Fue un festival discreto. Se celebró este domingo 25 de octubre y en la intimidad del campo y alejado del bullicio de una plaza abarrotada de personas se citaron en la ganadería de Mondoñedo, y vestidos de corto, Cristóbal Pardo, Manuel Libardo, Santiago Naranjo, Luis Miguel Castrillón, Sebastián Cáqueza y el novel Felipe Negret. Los animales pertenecieron a las siguientes ganaderías: Juan Bernardo Caicedo, Vistahermosa, Las Ventas del Espíritu Santo, Achury Viejo, Mondoñedo y Santa Bárbara. 

Sin público y con una presidencia simbólica se cortaron muchos trofeos y dos novillos fueron premiados con la vuelta al ruedo: el de Caicedo y el del maestro Rincón. Las faenas fueron largas; sin los temidos avisos, podríamos decir que fue un híbrido entre festival y tentadero. Los toreros exprimieron al máximo a sus oponentes sin la preocupación de que el tiempo se agotase.

Gracias a las redes sociales, Twitter y Facebook hicieron de improvisado tendido para que el festival fuera emitido. Variedad, en los actuantes y en el ganado. Todos los toreros tuvieron su momento de lucidez y dejaron destellos de toreo.

Cristóbal pechó con un animal que precisó tiempo y distancia. Un boyante animal que fue a menos durante su lidia.

Manuel Libardo posiblemente, hizo el mejor toreo de la jornada. Sus derechazos encajados y fajándose con el animal tuvieron eco entre los pocos asistentes congregados. Los naturales fueron de buen trazo y entre tanda y tanda se adornó con trincherazos y demás remates muy toreros. Cerró con unos ayudados por alto y la espada hizo que sólo quedase el resultado en un trofeo. 

A Santiago Naranjo le tocó otro animal flojito y desrazado. Quitó por chicuelinas y su faena fue intermitente debido a la condición del toro. A base de hacer el unipase, consiguió un puñado de naturales para levantar la faena. El toro exigía cruzarse continuamente. Ante el animal menos propicio, hizo el de Manizales la faena más larga del festejo. De tanto insistir y persistir, consiguió sacar una preciosa tanda con la mano izquierda casi al final de su trasteo. Cerró con unas madrileñas, que es otra versión de las manoletinas y mató muy bien. Estocada, dos orejas y vuelta al animal.  

Otra oreja cortó Castrillón. Lo mejor de su faena fueron unas lentísimas verónicas. Artísticamente la faena decayó durante la faena de muleta. Sus derechazos fueron muy largos, de mando y dominio y a los naturales les faltó, quizá, llevarlos atrás. Una faena llena de técnica pero falta de alma. 

Sebastián toreó al animal más parado y más complicado. Este novillo estuvo muy bien presentado. En los primeros tercios reinó el revuelo ante el desorden de la lidia. En el último, Cáqueza se impuso y consiguió someter e imponerse al soso animal en varias series de muletazos. Una labor que exigió mucho al joven matador. 

Por último cerró el cartel el novel Felipe Miguel "Negret". Debutaba en público. Mostró sus carencias y su falta de oficio. Aún así fue todo ganas y voluntad. El novillo tuvo muchos pies, y había que estar muy firme delante de él.  No se amilanó el joven Felipe.

Con él concluyó un festejo por la ilusión y por el hambre. El toreo colombiano volvió a unir fuerzas con la esperanza de paliar el dolor de aquellos que están luchando por superar esta difícil situación. Fue un pequeño granito, pero si lo necesitan, ahí estarán otra vez para cuando sea necesario. No lo duden. 


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