jueves, 20 de marzo de 2025

Méjico triste y dolido.

Entre todos la mataron y ella sola se murió. Llegó la triste noticia. El parlamento mejicano entero, salvo un único diputado, ha votado cambiar el transcurso de las corridas de toros en la capital azteca. Imponiendo unas nuevas normas que son ridículas, han decidido que las corridas sean sin muerte.

En un país sumido en los cárteles criminales, en el tráfico de drogas etc... el gobierno ha decidido atacar los toros. Según una noticia de ABC de diciembre de 2019, este país se encontraba entre los más peligrosos del mundo, exactamente en el puesto 140. Pues eso importa poco. O nada. Hace escasas horas el parlamento decidió intervenir y dejar las corridas sin muerte. ¿Tiene sentido una corrida de toros sin muerte? ¿Tiene sentido meter un toro en un camión y llevarlo a la plaza para torearlo? Hace escasos días salió una terrible noticia que informaba que en un rancho, de Méjico precisamente, se descubrió que era un lugar de crimen y muerte. Vivimos en una sociedad en la que un animal tiene más valor que una persona. Les da igual. Dicen que los animales tienen derechos. A un animal no se le pueden aplicar derechos. Los antitaurinos protestan por los últimos veinte minutos de vida de un toro de lidia. Les da igual los cinco años que pasa en la dehesa. Y todo lo que conlleva. No quieren saber nada al respecto. 

¿Cómo va reaccionar el sector? Dejando de lado las oportunas acciones jurídicas, lo que al espectáculo en sí se refiere... Porque hay mucha tela que contar. Y que cortar. Voy a detallar los pormenores de una tarde de toros para algún aficionado despistado para que vean el absurdo sinsentido que va a suceder desde ahora: ¿Cómo será un festejo?  Lo primero es el transporte. Un estudio determinó que cuando más estrés sufre un toro es en el transporte. ¿Van a meter seis toros en un camión un elevado número de horas dependiendo de donde esté la finca para estar apenas unos minutos en la arena y después al camión de nuevo para el viaje de vuelta? Según dicen, un toro solo podrá estar diez minutos. Obviamente han suprimido picadores, banderilleros y suerte suprema. ¿Qué funciones tendrá un presidente? ¿Cómo decidirán cuándo se cambia de trastos? ¿Lo tendrá estipulado el presidente o lo hará el torero según lo considere? ¿Cómo se sustituirán las orejas? ¿Cómo se decide si una faena es digna o no de oreja si no hay suerte suprema? Los picadores al paro; si no se puede banderillear... ¿Qué funciones tendrán los toreros de plata? ¿Pasarán a ser meros auxiliadores? ¿Cuántos subalternos serán necesarios? ¿Para qué tener tres si con uno será más que suficiente? Si un toro no muere... ¿Va a estar dispuesto un ganadero a cobrar un determinado dinero por la supuesta lidia de un animal para que después vuelva a la finca y tener que seguir manteniéndole? ¿Y qué pasa con el rejoneo? ¿Pasará el rejoneo a ser un mero acto en el que el caballo regatea airosamente un toro bravo un par de veces y listo? ¿Qué hará un rejoneador si tiene varios caballos para los distintos tercios en una faena si ahora con uno será más que suficiente? ¿Qué ocurre en caso de que un animal se lesione? Si le ocurre al toro... ¿será sacrificado? Si la lesión es suficiente como para que el toro no pueda volver por si mismo al corral como alguna vez se ha visto y ha tenido que ser apuntillado en el ruedo... ¿Qué va a pasar? ¿ Morirá a espada o volverá al corral para ser apuntillado? ¿Han pensado los antitaurinos en esta situación? ¿O será devuelto a los corrales vaya usted a saber cómo y posteriormente a la finca para ser curado? Si un toro se devuelve... ¿Cuántos sobreros estarán disponibles? En caso de un sobrero se lesione, ¿saldrá otro sobrero? Hay que hablar del indulto: recuerdo que si no hay muerte, no hay indulto, ¿o algún infeliz aficionado que considere que mejor esto que no haya toros, seguirá pidiendo indultos? Un toro no mostrará su bravura en el caballo. Un puyazo ahorma. Es frecuente ver cómo muchos toros después de ser picados cambian radicalmente. El tercio de varas es crucial. Tanto, que puede inclinar la balanza positiva o negativamente en su embestida. Y por ende, la labor del torero. También hay que recordar que no habrá vueltas al ruedo, y tampoco indultos; el toro pasa a ser un mero objeto. Con la muerte del toro todo cobra sentido. El toro tiene un protagonismo estelar. Su bravura y su respuesta ante el castigo son merecedoras de premio y reconocimiento. Si no, que piensen en Capitán, en Veraniego, en Duplicado, en Mulillero, en Bastonito, en Borgoñés, en Pastelero. Toros legendarios. ¿Qué trascendencia tienen los toros que se lidian en Portugal o en esas corridas incruentas de ciudades americanas y fronterizas con Méjico? ninguna. Piensen en Cazarrata: si hubiera sido lidiado bajo estas circunstancias... ¿Habrían querido sufrir ese trago los picadores y subalternos? No.  ¿Habría apostado Sánchez Vara jugarse el pellejo o habría tomado las de Villadiego? Si el toro no va a morir.. ¿para qué enfrentarse a él? Otro detalle fundamental es que un torero, cuando firma un contrato con un empresario, firma matar dos toros. Si ya no hay muerte... ¿para qué jugarse la vida? ¿Qué sanción se puede llevar un matador si se niega a torear? ¿A qué se comprometería exactamente un torero por contrato ante el empresario? Las famosas espantadas como las que en su día hicieron Curro Romero o Rafael de Paula serían intrascendentes con la nueva normativa. Si un torero no puede lucirse porque por mansedumbre el toro no da opción alguna... ¿Qué hará? ¿Se quedará esperando en el burladero a que acaben los diez minutos? Pongo un ejemplo para explicarlo: si un espectador paga una entrada cara para ver al mejor torero del momento y ve que como el toro no puede proporcionar una faena emocionante, por ello el torero en esta situación se retira al callejón sin poder dar ni un solo pase y como además no hay muerte declina seguir toreando y da por concluida su breve actuación... ¿Cómo se sentiría ese espectador que habiendo pagado una entrada cara ve que el torero se va sin haber hecho absolutamente nada? ¿Se sentiría estafado? ¿Reclamaría el dinero de la entrada? ¿Cómo se gestionaría esta situación? ¿Habrá avisos? Si no hay estocada, no puede haber orejas. ¿Quién decide cómo se resuelve una faena? ¿Con qué criterio se otorgarán las orejas? ¿Y el rabo? ¿Serán trofeos simbólicos? ¿Se darán las orejas al que más pases pegue? ¿Al que más variado haga el repertorio de quites y suertes? Y sobre el indulto... ¿para qué se va a perdonar la vida a un toro que volverá a la finca? El negocio de un ganadero es vender reses para festejos taurinos. Pero si después de una bufonada, el toro vuelve a la finca... Ni es negocio ni es venta. En ese caso sería un alquiler que ni de lejos cubriría los gastos porque una vez acabado el espectáculo vuelve el toro a la finca para seguir después gastando en él, ¿dónde está el negocio? Ni es negocio ni es nada: es ruina gorda. ¿O es que piensan los antitaurinos que el ganadero tendrá al animal de plaza en plaza como las vaquillas en las capeas universitarias para sacarle rentabilidad? Un toro solo puede ser toreado una vez. O pensáis que los toreros querrán lidiar animales toreados. ¿Habéis pensado en esto, animalistas de chichinabo? ¿Pensáis que un ganadero va a estar dispuesto a mantener esta situación de ahora en adelante? ¿Habéis pensado en todas estas cuestiones? ¿Sois conscientes de todo lo que envuelve una tarde de toros? ¿O pensáis que quitando las banderillas todo se va a solucionar? Dicen que para evitar daños de cualquier tipo se cubrirán los cuernos con fundas. Entonces que se acabe el traje de luces. En alguna ocasión he comentado que cada vez que en un deporte de riesgo hay un accidente, se buscan medidas para evitarlo o paliar daños en caso de que esto suceda. En el toreo no. Los toreros saben el precio a pagar y se enfrentan a un toro vestidos con un traje que es de todo menos cómodo. Y que no lleva ninguna protección. Si yo fuera matador, me negaría a usar un vestido de luces. Apostaría por un mono protector y con refuerzos en espalda, por ejemplo, ante posibles golpes o volteretas. Un pitón enfundado podrá herir menos, pero una coz, un pisotón o un voltereta son suficientes para causar lesiones graves o incluso que un torero acabe en silla de ruedas. No tiene sentido vestir el oro, la plata o el azabache si el rito se pierde. Es incongruente. 

Todo mi apoyo a los buenos aficionados mejicanos, que me consta que lo hay. Los que denuncian los caprichos de las figuras, los que discrepan el indultar todo. Los que denuncian las tropelías que se ven. Los que ven que están dejando el toreo hecho un solar. Y no, no se trata de quejarse y verlo todo mal. Se quejan de una progresiva deriva que lleva tiempo reinando en el toreo que lo que fomenta es el triunfalismo desmedido para fomentar la afición y que reine un ambiente festivo, denuncian que reina una crítica que jamás da una opinión negativa o que al que protesta se le manda callar. Donde todo es maravilloso y los toreros siempre están bien. Donde la autocrítica de los profesionales apenas existe y las excusas son como los colores: hay para todos los gustos. Que si la corrida no funcionó, que si un toro no sirvió... Pero esto no solo sucede al otro lado del océano, en España ocurre igual. No es quejarse, se trata de exigir. De exigir un espectáculo serio y de calidad. Y que haya competencia. Pagamos mucho; por ende seremos exigentes. Donde haya emoción, miedo y no un animal con menos fuerza que un borracho a las seis de la mañana. Que los triunfos tengan peso y valor. Que al salir de una plaza valoremos el esfuerzo del torero. Internet está lleno de vídeos de faenas en plazas mejicanas de toros con más bondad que una Hermanita de la Caridad. De imágenes de toros de indigna presentación. De toros que dan risa y no terror. Victorino Martín lo decía por activa y por pasiva: si cae el toro, cae la Fiesta. En Barcelona, una gestión nefasta sumado a los ataques externos dieron la puntilla a la Fiesta en 2011. Luego vienen los lloros y lamentos. Luego piden la unión de la afición. Piden la ayuda a esos aficionados que son maltratados si protestan, si buscan la integridad. A callar y a pagar. Y a pedir muchas orejas. De lo contrario no son necesarios. Hasta que llega el lobo.

Hay mucho que hacer y eso empieza desde dentro. Muchos aficionados llevamos años deseando que se reúna el sector, que periódicamente hagan reuniones los diferentes estamentos con el objetivo de mejorar lo malo y potenciar lo bueno. Que arrimen el hombro, que dejen las comodidades en casa y que busquen fórmulas para generar interés. Que den protagonismo al toro. Que acerquen el toreo a la calle. Opino que aún hay gente que se piensa que si en un debate dicen eso de "el toreo es cultura", ya es un argumento aplastante y la tauromaquia está salvada. Diré y repetiré tantas veces sea necesario aquella sentencia de Víctor Barrio: Más que defenderla, la Fiesta hay que enseñarla. Hagamos que el toreo llegue a las escuelas, a los niños... Ojalá el toreo vuelva a estar en la vida cotidiana de mucha gente. Por Víctor, por Manuel, por Iván, por José, por Rodolfo, por tantos. Ellos dejaron su vida en la arena. Que no sea en vano.

Un abrazo a la afición mejicana.




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sábado, 15 de marzo de 2025

Todo al revés.

La Copa Chenel, de reciente creación, se instauró con estos propósitos: dar oportunidades a toreros que no gozan de ellas, hacer lo mismo con las ganaderías que pueblan nuestro campo bravo para dar protagonismo a los diferentes encastes con el objetivo de mostrar su riqueza genética y hacerlo en plazas de localidades pequeñas que por diferentes circunstancias llevan tiempo sin dar festejos taurinos con el fin de que vuelvan a tener actividad. Loable proyecto que empezó su andadura en 2021 por los diferentes pueblos de la geografía madrileña. Ahora comienza una nueva edición y los triunfadores de cada año han sido, por orden cronológico, Fernando Adrián, Francisco de Manuel, el mejicano Isaac Fonseca y Víctor Hernández. Dieciocho matadores ya están esperando para suceder a este último. De ellos, cinco extranjeros representarán a Francia, Portugal, Méjico y Ecuador. Y gracias al apoyo de Telemadrid, la Copa Chenel está presente en miles de hogares. Algo que es crucial y de agradecer.


Pero... ¿por qué Chenel? Chenel es el primer apellido de Antonio Chenel Albadalejo, Antoñete en los carteles, torero que fue muy querido y en la plaza de Las Ventas gozó de un cariño enorme por la afición. En este artículo que publiqué en 2021, desgrané su vida detalladamente. En homenaje a él, este certamen lleva su nombre. 


Es fundamental sacar toreros nuevos. Muchos matadores veteranos y sobre todo las figuras llevan años y años sin competencia copando carteles y quitando sitio a los que merecen una oportunidad. Cuando hasta hace no mucho era habitual ver que los toreros se retiraban cuando rondaban los veinte años de alternativa, hay otros que siguen después de cumplir esas dos décadas en los ruedos. Hay que decir que no hay nada escrito ni normas al respecto pero la exigencia de la profesión, las cornadas, el desgaste físico, etc, hacía que los toreros no durasen más de ese tiempo. Toreros como Antoñete, Curro Romero, Luis Francisco Esplá o Enrique Ponce siguieron mucho más tiempo. Hay que saber irse, pero no sólo en el toreo sino también en otras muchas disciplinas. Muchos toreros que se fueron lo hicieron en el cenit de su carrera. No forzaron alargar una trayectoria deseando seguir manteniendo un nivel que llegado un momento, empezó a ir cuesta abajo. Preferían irse en plenitud y que les echasen de menos a no tener, llegado el momento, que ver como los aficionados buscaran otros toreros a los que seguir. O volvieron tiempo después con diferentes resultados. Los toreros cuando empezaban se curtían por las plazas modestas y cuando llegaban a las ferias importantes, cumplían con creces, o al menos salían airosos porque llegaban con los deberes hechos. El circuito de los pueblos y ferias pequeñas está copado con toreros que no lo necesitan, o con figuras arropándose siempre entre ellas ni siquiera dejando un hueco del cartel al torero que despunte o como tantas veces se ha hecho, dejando un hueco al torero local (baste por ejemplo ver el cartel de la próxima Corrida de Primavera que tradicionalmente se celebra en Brihuega: Morante, Sebastián Castella y José María Manzanares ante los toros de la ganadería del apoderado de este último. Entre los tres toreros suman setenta y cinco años de alternativa. O el absurdo de la pasada feria de Valdemorillo: precisamente José María y Sebastián con Diego Ventura por delante). Es un formato que preocupantemente se lleva imponiendo desde hace un par de temporadas que es ver un rejoneador junto a dos toreros en mano a mano, exactamente el cartel del citado pueblo madrileño. O lo que ya roza el delirio y que el año pasado se vio en repetidas ocasiones y que este año me da que seguirá aumentando: rejoneador, matador y novillero. ¡Eso no puede ser! ¡No tiene sentido! Algo que prácticamente ya no se ve y llegó a ser frecuente hace tiempo, era ver carteles en los que un rejoneador abriese festejo para lidiar únicamente el primer toro. El gran bajón de festejos ha afectado, y mucho, a las novilladas. Esto ha provocado que muchos novilleros al ver que en muchos sitios no tienen cabida, no les quede otra que ir a Madrid para lanzar una moneda que suele caer cruz. El examen es implacable. Así que ya se puede imaginar el resultado: las probabilidades de fracasar son altísimas. Ya no se ruedan por los pueblos para llegar a Madrid, sino que ahora hay que empezar en Madrid para ir a los demás sitios. El panorama se contempla de esta manera: Las figuras abarcan hasta las localidades más insospechadas arropándose casi siempre entre ellas, (hay que mencionar el caso de José Tomás. Como queda dicho, mientras muchos toreros que no lo necesitan van a torear al pueblo más recóndito de nuestra geografía, el madrileño lleva muchos años pisar esas plazas de 3º categoría, dando a entender que cuando un torero va cogiendo caché debe dejar ese hueco a los que, sin esas plazas modestas, no tendrían la posibilidades de torear. De esta manera él deja hueco a los que llegan como a él le dejaron hueco cuando tomó la alternativa en 1995) los novilleros van a las plazas importantes sin el bagaje necesario, los que toman la alternativa ven que no tienen festejos en los que darse a conocer y el trinomio empresario-apoderado-ganadero hace que los cambios de cromos esté a la orden del día dejando fuera a todos los demás (por ejemplo el caso de Brihuega). Y en la Copa Chenel se dan puestos a chavales que acaban de empezar. Todo al revés. 


Respecto a la Copa Chenel, uno de esos motivos interesantes de su creación era dar una oportunidad a los toreros que están en la otra cara de la luna. Y así es porque hay un batallón de toreros cada uno con su historia que merecen volver a lucir el chispeante. Una mala tarde o el simple olvido de los empresarios hace que haya toreros que de la noche a la mañana desaparezcan del mapa. Y aunque no cuenten lo más mínimo para ellos, los aficionados tenemos muy presentes a muchos matadores. Todos ellos que por motivos sean cuáles sean, y que lleven un determinado número de años de alternativa como mínimo pudieran gozar de una nueva tarde (ojo, ya no solo su participación en la Copa Chenel sino simplemente recordar que están ahí). Por ello quiero citar a Rafael Cerro, Javier Jiménez, hermano de Borja; Fernando Rey, Fernando Cruz, Rubén Sanz, Andrés Palacios, Emilio Huertas, Antonio Nazaré, Posada de Maravillas, Sergio Serrano, Mario Diéguez, Ángel Jiménez, Fortes, Miguel Ángel Delgado, Morenito de Aranda, Juan del Álamo, Gonzalo Caballero, Fernando Tendero o Lama de Góngora y más jóvenes y de reciente alternativa como Jorge Martínez, Alberto Pozo, Alejandro Marcos, Alberto Durán, Juan Carlos Carballo, Fernando Plaza, Tomás Angulo, Diego Carretero, Filiberto, Álvaro Alarcón, Mario Navas, Curro de la Casa, Manuel Diosleguarde... En el banquillo están muchos toreros esperando o desesperando. O enfrentándose a toracos descomunales en capeas de fiestas patronales de los pueblos de nuestra Piel de Toro mientras llega una oportunidad para seguir teniendo contacto con el animal. Diego Urdiales, Manuel Escribano, Juan Ortega o Emilio de Justo saben lo que es pasar por ese duro trago de no recibir la llamada de un empresario. A ellos el banquillo les curtió, a otros les hundió. El problema que ocurre es que esto también se ha vuelto del revés y gran parte de esos dieciocho matadores participantes en esta nueva edición de la Copa Chenel ni siquiera han cumplido el año en el escalafón superior. 


Muchos toreros a lo largo de la historia tras tomar la alternativa veían que de repente llegaba un parón del que no se divisaba el fin. Según una de las bases para este año del propio certamen es que admitirán a matadores que hayan tomado la alternativa más tarde de enero de 2010. ¿Qué sentido tiene que chavales que ni aún han podido actuar para demostrar lo que valen, ya estén en un certamen que se ocupa precisamente de esos que aún tienen algo que demostrar y de los que nadie se acuerda? ¿No tendría más lógica poner a toreros que cumplan una serie de requisitos como llevar como mínimo un determinado número de años de alternativa en vez de haberla tomado en los últimos cinco años por ejemplo y dejar a la hornada que llega cada año en el escaparate para obligar a que los empresarios cuenten con ellos a la hora de programar carteles? La Copa Chenel no puede ser una vía de escape para dar tardes a todo el que se vista de luces. Si el objetivo del certamen es volver a poner en el mapa a ese batallón de toreros, no se debería permitir actuar a aquellos que lleven menos de un determinado tiempo de alternativa para que el objetivo de éste tenga sentido. Gran parte de la culpa es de los empresarios y de los apoderados que se cambian los cromos y entre ellos se reparten el pastel. Estamos cansados de toreros que están pasados de vuelta como igualmente estamos cansados de aquellos que siguen sin despuntar a pesar de tener oportunidades una y otra vez. O sea, todo al revés. 


Al igual que los toreros tienen rachas buenas y malas, a las ganaderías les pasa igual. Salvo contadísimas situaciones, las figuras no suelen salir de sus hierros habituales pase lo que pase. Y por ende, de encastes. El gran Fernando Cuadri opina que las figuras del toreo tienen el don de saber en qué momento está una vacada para elegir las que no molesten y no den problemas, las del toro noblón y mansote. El buscar triunfar a costa del toro es peligroso. La decadencia de la bravura va al compás de los criterios de las figuras a la hora de elegir qué toros lidiar. No queremos ver las mismas ganaderías una y otra vez si pasan por baches malos y largos en el tiempo. Fíjense cómo últimamente cuando no es de encaste Juan Pedro la ganadería elegida, es El Puerto de San Lorenzo la que están pidiendo las figuras en plazas de distinta relevancia... Por algo será. Me sorprende que sea Domecq el encaste más elegido por aquellos que se han embarcado en la aventura de criar toros de lidia en estos últimos años. Habrán comprobado que tener Domecq no es garantía de nada. O se da con la tecla para sentarse en esa mesa tan exclusiva o verás como eres un vendedor de un producto que tiene una enorme competencia con un mercado pequeño. Por eso hay que apostar por el toro. Que cada ganadero busque un toro que le haga diferente. Y que tengan la mentalidad que Victorino padre llevó como bandera durante toda su vida: "mi cliente no es el torero, es el público y a él me debo". Los toreros van y vienen. Si se crea un producto en base a los deseos de un torero, cuando él se retire... ¿Qué hará el ganadero? ¿Volver a cambiar los criterios para el siguiente torero que llegue? ¿Buscar de nuevo un toro que satisfaga al resto de toreros del escalafón? ¿mantener su criterio pase lo que pase? Hundir una ganadería se tarda pocos años; reflotarla en caso de una mala gestión, lleva mucho tiempo. Hay que tener muy presente la situación de Méjico. El campo bravo azteca está por los suelos debido a indultar absolutamente todo. 


En el toreo hay cosas maravillosas pero también hay que pulir muchísimos fallos. El escalafón es algo que hay remediar con urgencia. Las figuras deben saber cuándo quitarse o cuándo ceder. Es fundamental, y sobre todo en los pueblos, un equilibrio que cuadre al empresario, hacer carteles atractivos al público y dar a conocer a los nuevos toreros que van llegando. No puede ser un embudo que haga tapón. Esto no es una ONG. Hay que hacer limpia constante: repetir al que triunfe, dar oportunidades a los que llegan y quitar a los que estén de vuelta y media. Los aficionados estamos cansados de clamar en el desierto. Si ellos no ponen de su parte, nada cambiará. Todo está del revés y hay que poner orden.




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