La Copa Chenel, de reciente creación, se instauró con estos propósitos: dar oportunidades a toreros que no gozan de ellas, hacer lo mismo con las ganaderías que pueblan nuestro campo bravo para dar protagonismo a los diferentes encastes con el objetivo de mostrar su riqueza genética y hacerlo en plazas de localidades pequeñas que por diferentes circunstancias llevan tiempo sin dar festejos taurinos con el fin de que vuelvan a tener actividad. Loable proyecto que empezó su andadura en 2021 por los diferentes pueblos de la geografía madrileña. Ahora comienza una nueva edición y los triunfadores de cada año han sido, por orden cronológico, Fernando Adrián, Francisco de Manuel, el mejicano Isaac Fonseca y Víctor Hernández. Dieciocho matadores ya están esperando para suceder a este último. De ellos, cinco extranjeros representarán a Francia, Portugal, Méjico y Ecuador. Y gracias al apoyo de Telemadrid, la Copa Chenel está presente en miles de hogares. Algo que es crucial y de agradecer.
Pero... ¿por qué Chenel? Chenel es el primer apellido de Antonio Chenel Albadalejo, Antoñete en los carteles, torero que fue muy querido y en la plaza de Las Ventas gozó de un cariño enorme por la afición. En este artículo que publiqué en 2021, desgrané su vida detalladamente. En homenaje a él, este certamen lleva su nombre.
Es fundamental sacar toreros nuevos. Muchos matadores veteranos y sobre todo las figuras llevan años y años sin competencia copando carteles y quitando sitio a los que merecen una oportunidad. Cuando hasta hace no mucho era habitual ver que los toreros se retiraban cuando rondaban los veinte años de alternativa, hay otros que siguen después de cumplir esas dos décadas en los ruedos. Hay que decir que no hay nada escrito ni normas al respecto pero la exigencia de la profesión, las cornadas, el desgaste físico, etc, hacía que los toreros no durasen más de ese tiempo. Toreros como Antoñete, Curro Romero, Luis Francisco Esplá o Enrique Ponce siguieron mucho más tiempo. Hay que saber irse, pero no sólo en el toreo sino también en otras muchas disciplinas. Muchos toreros que se fueron lo hicieron en el cenit de su carrera. No forzaron alargar una trayectoria deseando seguir manteniendo un nivel que llegado un momento, empezó a ir cuesta abajo. Preferían irse en plenitud y que les echasen de menos a no tener, llegado el momento, que ver como los aficionados buscaran otros toreros a los que seguir. O volvieron tiempo después con diferentes resultados. Los toreros cuando empezaban se curtían por las plazas modestas y cuando llegaban a las ferias importantes, cumplían con creces, o al menos salían airosos porque llegaban con los deberes hechos. El circuito de los pueblos y ferias pequeñas está copado con toreros que no lo necesitan, o con figuras arropándose siempre entre ellas ni siquiera dejando un hueco del cartel al torero que despunte o como tantas veces se ha hecho, dejando un hueco al torero local (baste por ejemplo ver el cartel de la próxima Corrida de Primavera que tradicionalmente se celebra en Brihuega: Morante, Sebastián Castella y José María Manzanares ante los toros de la ganadería del apoderado de este último. Entre los tres toreros suman setenta y cinco años de alternativa. O el absurdo de la pasada feria de Valdemorillo: precisamente José María y Sebastián con Diego Ventura por delante). Es un formato que preocupantemente se lleva imponiendo desde hace un par de temporadas que es ver un rejoneador junto a dos toreros en mano a mano, exactamente el cartel del citado pueblo madrileño. O lo que ya roza el delirio y que el año pasado se vio en repetidas ocasiones y que este año me da que seguirá aumentando: rejoneador, matador y novillero. ¡Eso no puede ser! ¡No tiene sentido! Algo que prácticamente ya no se ve y llegó a ser frecuente hace tiempo, era ver carteles en los que un rejoneador abriese festejo para lidiar únicamente el primer toro. El gran bajón de festejos ha afectado, y mucho, a las novilladas. Esto ha provocado que muchos novilleros al ver que en muchos sitios no tienen cabida, no les quede otra que ir a Madrid para lanzar una moneda que suele caer cruz. El examen es implacable. Así que ya se puede imaginar el resultado: las probabilidades de fracasar son altísimas. Ya no se ruedan por los pueblos para llegar a Madrid, sino que ahora hay que empezar en Madrid para ir a los demás sitios. El panorama se contempla de esta manera: Las figuras abarcan hasta las localidades más insospechadas arropándose casi siempre entre ellas, (hay que mencionar el caso de José Tomás. Como queda dicho, mientras muchos toreros que no lo necesitan van a torear al pueblo más recóndito de nuestra geografía, el madrileño lleva muchos años pisar esas plazas de 3º categoría, dando a entender que cuando un torero va cogiendo caché debe dejar ese hueco a los que, sin esas plazas modestas, no tendrían la posibilidades de torear. De esta manera él deja hueco a los que llegan como a él le dejaron hueco cuando tomó la alternativa en 1995) los novilleros van a las plazas importantes sin el bagaje necesario, los que toman la alternativa ven que no tienen festejos en los que darse a conocer y el trinomio empresario-apoderado-ganadero hace que los cambios de cromos esté a la orden del día dejando fuera a todos los demás (por ejemplo el caso de Brihuega). Y en la Copa Chenel se dan puestos a chavales que acaban de empezar. Todo al revés.
Respecto a la Copa Chenel, uno de esos motivos interesantes de su creación era dar una oportunidad a los toreros que están en la otra cara de la luna. Y así es porque hay un batallón de toreros cada uno con su historia que merecen volver a lucir el chispeante. Una mala tarde o el simple olvido de los empresarios hace que haya toreros que de la noche a la mañana desaparezcan del mapa. Y aunque no cuenten lo más mínimo para ellos, los aficionados tenemos muy presentes a muchos matadores. Todos ellos que por motivos sean cuáles sean, y que lleven un determinado número de años de alternativa como mínimo pudieran gozar de una nueva tarde (ojo, ya no solo su participación en la Copa Chenel sino simplemente recordar que están ahí). Por ello quiero citar a Rafael Cerro, Javier Jiménez, hermano de Borja; Fernando Rey, Fernando Cruz, Rubén Sanz, Andrés Palacios, Emilio Huertas, Antonio Nazaré, Posada de Maravillas, Sergio Serrano, Mario Diéguez, Ángel Jiménez, Fortes, Miguel Ángel Delgado, Morenito de Aranda, Juan del Álamo, Gonzalo Caballero, Fernando Tendero o Lama de Góngora y más jóvenes y de reciente alternativa como Jorge Martínez, Alberto Pozo, Alejandro Marcos, Alberto Durán, Juan Carlos Carballo, Fernando Plaza, Tomás Angulo, Diego Carretero, Filiberto, Álvaro Alarcón, Mario Navas, Curro de la Casa, Manuel Diosleguarde... En el banquillo están muchos toreros esperando o desesperando. O enfrentándose a toracos descomunales en capeas de fiestas patronales de los pueblos de nuestra Piel de Toro mientras llega una oportunidad para seguir teniendo contacto con el animal. Diego Urdiales, Manuel Escribano, Juan Ortega o Emilio de Justo saben lo que es pasar por ese duro trago de no recibir la llamada de un empresario. A ellos el banquillo les curtió, a otros les hundió. El problema que ocurre es que esto también se ha vuelto del revés y gran parte de esos dieciocho matadores participantes en esta nueva edición de la Copa Chenel ni siquiera han cumplido el año en el escalafón superior.
Muchos toreros a lo largo de la historia tras tomar la alternativa veían que de repente llegaba un parón del que no se divisaba el fin. Según una de las bases para este año del propio certamen es que admitirán a matadores que hayan tomado la alternativa más tarde de enero de 2010. ¿Qué sentido tiene que chavales que ni aún han podido actuar para demostrar lo que valen, ya estén en un certamen que se ocupa precisamente de esos que aún tienen algo que demostrar y de los que nadie se acuerda? ¿No tendría más lógica poner a toreros que cumplan una serie de requisitos como llevar como mínimo un determinado número de años de alternativa en vez de haberla tomado en los últimos cinco años por ejemplo y dejar a la hornada que llega cada año en el escaparate para obligar a que los empresarios cuenten con ellos a la hora de programar carteles? La Copa Chenel no puede ser una vía de escape para dar tardes a todo el que se vista de luces. Si el objetivo del certamen es volver a poner en el mapa a ese batallón de toreros, no se debería permitir actuar a aquellos que lleven menos de un determinado tiempo de alternativa para que el objetivo de éste tenga sentido. Gran parte de la culpa es de los empresarios y de los apoderados que se cambian los cromos y entre ellos se reparten el pastel. Estamos cansados de toreros que están pasados de vuelta como igualmente estamos cansados de aquellos que siguen sin despuntar a pesar de tener oportunidades una y otra vez. O sea, todo al revés.
Al igual que los toreros tienen rachas buenas y malas, a las ganaderías les pasa igual. Salvo contadísimas situaciones, las figuras no suelen salir de sus hierros habituales pase lo que pase. Y por ende, de encastes. El gran Fernando Cuadri opina que las figuras del toreo tienen el don de saber en qué momento está una vacada para elegir las que no molesten y no den problemas, las del toro noblón y mansote. El buscar triunfar a costa del toro es peligroso. La decadencia de la bravura va al compás de los criterios de las figuras a la hora de elegir qué toros lidiar. No queremos ver las mismas ganaderías una y otra vez si pasan por baches malos y largos en el tiempo. Fíjense cómo últimamente cuando no es de encaste Juan Pedro la ganadería elegida, es El Puerto de San Lorenzo la que están pidiendo las figuras en plazas de distinta relevancia... Por algo será. Me sorprende que sea Domecq el encaste más elegido por aquellos que se han embarcado en la aventura de criar toros de lidia en estos últimos años. Habrán comprobado que tener Domecq no es garantía de nada. O se da con la tecla para sentarse en esa mesa tan exclusiva o verás como eres un vendedor de un producto que tiene una enorme competencia con un mercado pequeño. Por eso hay que apostar por el toro. Que cada ganadero busque un toro que le haga diferente. Y que tengan la mentalidad que Victorino padre llevó como bandera durante toda su vida: "mi cliente no es el torero, es el público y a él me debo". Los toreros van y vienen. Si se crea un producto en base a los deseos de un torero, cuando él se retire... ¿Qué hará el ganadero? ¿Volver a cambiar los criterios para el siguiente torero que llegue? ¿Buscar de nuevo un toro que satisfaga al resto de toreros del escalafón? ¿mantener su criterio pase lo que pase? Hundir una ganadería se tarda pocos años; reflotarla en caso de una mala gestión, lleva mucho tiempo. Hay que tener muy presente la situación de Méjico. El campo bravo azteca está por los suelos debido a indultar absolutamente todo.
En el toreo hay cosas maravillosas pero también hay que pulir muchísimos fallos. El escalafón es algo que hay remediar con urgencia. Las figuras deben saber cuándo quitarse o cuándo ceder. Es fundamental, y sobre todo en los pueblos, un equilibrio que cuadre al empresario, hacer carteles atractivos al público y dar a conocer a los nuevos toreros que van llegando. No puede ser un embudo que haga tapón. Esto no es una ONG. Hay que hacer limpia constante: repetir al que triunfe, dar oportunidades a los que llegan y quitar a los que estén de vuelta y media. Los aficionados estamos cansados de clamar en el desierto. Si ellos no ponen de su parte, nada cambiará. Todo está del revés y hay que poner orden.
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