lunes, 9 de octubre de 2023

Borja Jiménez se consagra en Madrid.

El jueves 5 y ante un encierro de Fuente Ymbro actuaron Jorge Molina (purísima y oro), García Pulido (malva y oro) y Cristiano Torres (salmón y oro). Correcto de presentación pero vacíos por dentro. Bochorno de verano y aburrimiento por lo que salía por corrales, esa fue la receta que hizo que en el ambiente sonasen los chasquidos de las pipas como las chicharras en verano. 

En el décimo aniversario de la faena de El Cid a Verbenero, Molina hizo un toreo soso y moderno, aburrido y sin alma. Muy limpio y técnico pero sin alma alguna. Pasó por Madrid sin pena ni gloria. Desconozco si estaría al tanto de tal aniversario y haber visto el vídeo quizá le habría iluminado un poco para afrontar mejor una tarde en la cátedra venteña.

Lo mejor del festejo corrió a cargo de García Pulido. De menos a más fue el resumen de su actuación. Pulcro en el trazo de los muletazos y siempre con ligazón. Sus mejores momentos fueron con la mano zurda. Los naturales tuvieron relevancia y en el sexto sufrió un revolcón que no tuvo consecuencias. Saludó  en el tercio tras ambas faenas 

Cristiano alardeó ante las cámaras de televisión para después pegar un petardo importante. Ante un novillo soso y desrazado, lo hizo todo mal. El novillo, con las fuerzas justas no aguantó el toreo bullidor a la par que desordenado de Cristiano. Como novillero que es, su objetivo es comerse el mundo pero lógicamente acusó la falta de rodaje. Ahí es cuando el apoderado (que en este caso es matador de toros y a la vez padre del muchacho) o el banderillero tienen que dar el consejo oportuno pero o no llegó, o nuestro protagonista no lo escuchó. El animal tenía nobleza por lo que con una lidia más conveniente Cristiano habría conseguido algo más. En el sexto pareció mostrar un poco más de cabeza y ante un novillo con más chispa que el anterior, CT dejó la vulgaridad para torear más pausado y dejar unos muletazos más asentados. Cerró el zaragozano la faena con una efectiva estocada.

Cinco avisos como cinco soles. Lo pediré una y otra vez: hay que medir las faenas y hay que entrenar más la suerte suprema. Si la cosa va bien, para rematar y dejar buena impresión. Si el toro no embiste, para mitigar el aburrimiento del tendido y si el toro es complicado para no darle más ideas al bicho y pasar luego un calvario a la hora de matar.




El viernes 6 se llenó la plaza para ver a Sebastián Castella (turquesa y oro), Paco Ureña (sangre y oro) y Ginés Marín con los toros de Victoriano del Río. Mansos y huidos. Petardo importante del ganadero madrileño. 

Curioso fue no ver a "Juli" en este cartel en su despedida en Las Ventas, ya que es una de sus ganaderías predilectas pues si tiramos de crónicas, veremos que hierros como Alcurrucén, Garcigrande o Victoriano han sido los hierros que más ha estoqueado el veterano matador en la plaza madrileña. Quizá el resultado de la tarde lo explicaría.

La emoción de dos faenas. Dos toros pusieron la sal a un festejo que naufragaba a medida que avanzaba la tarde. Si no es por estos dos animales, la tarde habría sido de siesta y muchas pipas. Incomprensiblemente se pidió la devolución de este cuarto toro por parte del público ocasional. Siempre habrá que recordar que la mansedumbre es condición del animal por lo que si no es por cojera o cualquier otro aspecto físico, no hay motivo alguno para devolver la res. Sebastián se la jugó con un cuarto que fue un manso de libro, y que, por su comportamiento en varas, se pidió el deshonor de las banderillas negras pero no ocurrió. Lo grandioso de la tarde ocurrió gracias a la maestría de sus subalternos: José Chacón y Rafael Viotti. José eficaz y rotundo con el capote y Rafael valiente y gallardo con las banderillas. Tras el tercio de banderillas recibieron ambos toreros de plata una fortísima ovación.  En la faena de muleta, Sebastián demostró por qué es máxima figura. Ante un animal huido y abanto, a base de magisterio y de valor, consiguió llevar a aquel animal encelado siempre en las telas. De no ser por la espada quizá hubiera habido puerta grande. Tras dos avisos, dio Sebastián una memorable vuelta al ruedo. 

Prácticamente lo mismo ocurrió en el quinto. Salió Paco Ureña a parar al toro y este huyó despavorido. Este animal, aún peor que el su hermano se hartó a dar vueltas huyendo de los capotes y las puyas de los picadores. Más clamorosamente que en el anterior y tras la fuerte petición, el presidente acabó asomando el pañuelo que ningún ganadero quiere ver: el rojo, condenando al animal a banderillas negras por su nulo comportamiento en el primer tercio. Sufrieron un calvario los peones del lorquino para acabar cambiando el tercio sin el número de banderillas reglamentarias. La faena sucedió en los medios y Ureña aguantó las tarascadas que Andaluz le propinaba. La faena tuvo épica. Sacó varios muletazos al manso animal y falló con el acero. La vuelta al ruedo que dio Paco fue un clamor.

Ginés no sé a qué vino. Porque hizo el paseíllo luciendo un precioso canela y oro y ahí acabó su actuación. Inédita. Así ha sido su tarde. Menos mal que ninguno de estos dos toros le tocaron a Ginés...





La gente emocionada, la reventa por las nubes, la expectación era máxima, ni una brizna de viento... ¿Qué más se podía pedir para que saliera bien una tarde de toros? Todo estaba listo para ver el sábado 7 a  tres toreros sevillanos: Daniel Luque, Juan Ortega (blanco y oro) y Pablo Aguado (obispo y oro). Pero hete aquí que Daniel cayó lesionado y la empresa llamó a Damián Castaño (azul y oro) para cubrir su hueco. En los corrales aguardaban seis toros de El Pilar. Cuando hay expectación a veces llega la decepción. Y así ocurrió este sábado 7 de octubre. Damián lo tenía todo para dar un golpe en un cartel de relumbrón. Su primer toro tuvo clase y fondo pero el salmantino estuvo por debajo. Su faena fue eclipsada por un quite a la verónica de Juan tras el primer puyazo que consiguió que Madrid rugiera. Echando la pierna delante y embarcando al animal con los vuelos, Madrid se puso en pie. La cosa empezaba bien. Pero tras ese quite, la tarde decayó y acabó siendo fue un rosario de toros sosos y desrazados. Ni Juan, ni Pablo. Al primero se le esperaba con ilusión pues este año no ha pisado este ruedo. Y Pablo venía de San Miguel donde dejó muletazos muy caros. Pero ni uno ni otro tuvieron con qué poder hacer disfrutar a la afición. En el sorteo se libró Damián que, como queda dicho anteriormente, tuvo un primer toro para hacer algo más de lo que hizo. Y lo mismo en el cuarto. Su lote, dentro de la moruchada ganadera, fueron los dos más potables. Realizó dos trasteos sin ecos en los tendidos donde abundaron los muletazos pero sin mucho fuste. Un oportunidad perdida. Ante dos de los toreros más relevantes del momento Damián no consiguió pasar de discreto. 




Torear, eso hizo Borja Jiménez (lila y oro) el domingo 8 en Las Ventas. Con los toros de Victorino Martín cerró la Feria de Otoño 2023 el torero de Espartinas cortando tres orejas y cruzando la puerta grande. Román (verde y oro) y Leo Valadez (canela y oro) completaron el cartel.

Fue un conjunto de emociones y de casta torera. Fueron tres capítulos. En el primero fue entrega, pureza y verdad. Con el capote anduvo sobrado. Bueno, prácticamente lo estuvo toda la tarde. Las verónicas fueron excelsas y las medias fueron colosales. No recuerdo ver torear así con el capote a un Albaserrada hace bastante tiempo... ¿quizá desde Sevilla en 2009? Con la muleta toreó a placer a Paquecreas. En redondo pero siempre de frente. Nada de perfileo ni posturas acomodadas. Templó y mandó. Su muleta fue un látigo para el animal. Los muletazos fueron suaves y cadenciosos. Madrid rugía. Los oles eran secos y rotundos. La tarde pintaba muy bien. Rubricó con una estocada tendida y la oreja cayó inmediatamente. La tónica continuó. A pesar de su corta experiencia y que este año apenas ha toreado, no demostró ni tener nervios ni estar perdido. En todo momento sabía que hacer. Con clarividencia cuajó al Victorino de principio a fin. A base de lidiar y manejar con certeza terrenos y alturas consiguió, al final de la faena, pegar unos naturales muy verticales, relajado y mirando al tendido. Madrid era una olla a punto de estallar. De nuevo, otra estocada tendida y otra oreja al esportón. Lo consiguió. Ya tenía la puerta grande. Pero quedaba lo mejor. En el último capítulo, ni corto ni perezoso, y con una total declaración de intenciones, cruzó el ruedo y se fue a recibir a Plazuelo de rodillas. La faena hizo vibrar por tercera vez a la plaza de Madrid. Los naturales fueron soberbios y el cierre por bajo fue sensacional. El toro fue bravo, aumentando la importancia de todo lo que hacía el muchacho de Espartinas. Volvió a cerrar la obra con una estocada tendida, al igual que en los otros dos capítulos. Si se corrige eso, a Borja le pueden llegar muchas alegrías. Y cortó una oreja más.

Román sufrió en su primer toro una cornada en un descuido. El toro, listo como pocos, le avisaba y le avisaba. El valenciano acabó herido pero a pesar de la fuerte cornada que llevaba en su pierna derecha, siguió y aguantó hasta dar muerte al animal. Escuchó una calurosa ovación camino de la enfermería. 
Leo Valadez estuvo, que no es poco. Supongo que novato en estas lides, cuando quiso darse cuenta que eran Albaserradas y no Domecq era tarde. El mejicano no terminó de acoplarse con los dos toros que le tocaron en suerte.

A principios de abril vino Borja a Madrid para confirmar una alternativa que tomó en 2015. Cumplió y dejó un gran sabor de boca. Y lo ratificó una vez más a mediados de julio. Ocho años han tardado en llamarle. Al igual que muchos, ha tenido que esperar y ver como el teléfono no sonaba. Pero ha pasado el tren y se ha subido. Tres orejas en Madrid es un premio al tesón y a la paciencia, que de no ser por el acero hubieran sido un par de orejas más. Muchos toreros pasaron del ostracismo a la gloria por saber esperar. En 2024 hay un torero con el que hay que contar. Apunten su nombre, porque este muchacho del aljarafe sevillano ha venido para quedarse. Puerta grande para Borja Jiménez. De las que pesan. De las que consagran a un torero. Dieciocho años después, un torero vuelve a salir a hombros con una corrida de Victorino Martín en Las Ventas. Y otro curiosísimo dato que poquísimos matadores pueden presumir: siete años después de que lo consiguiera su hermano Javier en agosto de 2016 con los toros de Antonio Bañuelos. Emoción y toreo de mil kilates. Para mí, lo mejor de este año en Las Ventas. Así vi una tarde en la que salimos toreando de la plaza. Un festejo en el que el ganado no lo puso fácil, no regalaron ni embestida. Pero así tiene que ser un toro de lidia. Que el matador que tenga delante sea capaz de hacerle frente con valor y gallardía. Borja Jiménez supo conjugar a la perfección el hermoso verbo torear. Enhorabuena, Torero. 







                         (Plaza 1, Andrew Moore, Alejandro Lara)


Cerramos el año con estos dos festejos (a las 18 horas):
- Miércoles 11 de octubre. Novillada sin picadores. Gran final del ‘Camino hacia Las Ventas’. Erales de Lorenzo Rodríguez Espioja para Álvaro Serrano, Sergio Rollón y Mariscal Ruiz.
- Jueves 12 de octubre. Toros de Núñez del Cuvillo para Manuel Jesús "El Cid", que sustituye a Morante de la Puebla por lesión, Alejandro Talavante e Isaac Fonseca.





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