lunes, 14 de octubre de 2019

La sangre emborrona el fin de la temporada en Europa.

El Día de la Hispanidad es un día muy torero. Amén de muchas localidades, Madrid, Zaragoza y Sevilla son los lugares señeros donde se celebran festejos taurinos. En la capital maña, "El Cid" salía a hombros en su último paseíllo como matador de toros y en Sevilla, el tradicional festival a beneficio de las Hermandades de El Baratillo y la Esperanza de Triana agotó el papel en la taquilla.
En Madrid, la empresa cerró un cartel en el que dos toreros jóvenes como Gonzalo Caballero y Jesús Enrique Colombo compartían terna con el veterano Eugenio de Mora. De grana vino Gonzalo, de azul purísima Jesús y de azul pavo Eugenio.
En cuanto a los toros, hay que decir que la corrida que trajo desde el campo salmantino la familia Fraile, cumplió las espectativas: petardo ganadero. El único que se movió un poco fue el tercero que tuvo un potable pitón derecho. Los demás acusaron mansedumbre y falta de casta.

Pues si hay algo muy positivo de este día fue la buena entrada que hubo. En torno a catorce mil espectadores. Y no digo barbaridades si más de la mitad del público tenía menos de treinta años. Hubo mucha, muchísima gente joven. Quizá el plan de desfile y toros fue lo que hizo acudir a la chavalería madrileña a ver el último festejo mayor del año.

Y centrándonos en lo que aconteció en el ruedo, de Eugenio diré que fue silenciado en su lote. Sin brillo fue el paso del toledano por los Madriles. Digno en su primero y con pocas opciones en el cuarto. Gonzalo cayó herido y del sexto también tuvo que hacerse cargo el de Mora. Nada que contar.

Por su parte, el diestro de Torrejón de Ardoz regresaba a Las Ventas con el mismo vestido que llevó en San Isidro. Una vez acabado el paseíllo, se sacó a saludar a Gonzalo pues volvía a torear en este coso meses después de la cornada sufrida el pasado mayo. En Madrid es costumbre sacar a saludar a un torero al finalizar el paseo por dos motivos principales, el primero si ha habido un gran triunfo de puerta grande y el segundo a modo de ánimo si se ha sufrido un percance en la última actuación en dicha plaza.
Pechó el madrileño con un toro soso y de poco juego. Inició la faena con unos estatuarios y cimentó su faena por el pitón derecho. Buscaba Gonzalo la colocación. Se pasó la muleta a la mano izquierda y pegó al lisarnasio un manojo de naturales. Cerró la obra con unas bernadinas muy jaleadas por la chiquillada y se perfiló para la suerte suprema. Comentando la jugada con mi compañero de localidad, esperábamos que los fantasmas de la cornada de mayo hubiesen desaparecido. Se tiró el joven diestro decidido y el astado le infirió dos graves cornadas. El público pidió la oreja y su cuadrilla la llevó a la enfermería. Este es el parte que firmó el cirujano D. Máximo García Leirado:
Herida por asta de toro en 1/3 proximal cara interna muslo izquierdo, con dos trayectorias, una de 30 cm. hacia arriba y hacia fuera, que produce destrozos en músculos sartorio y cuádriceps y contusiona pala iliaca izquierda, y otra de 25 cm. hacia atrás que secciona vena femoral y ramas colaterales. Se interviene quirúrgicamente bajo anestesia general siendo trasladado al Hospital San Francisco de Asís.
Un rosario de cornadas jalona la corta trayectoria de este valiente espada. Le deseo pronta recuperación.




El tercer diestro fue el venezolano Jesús Enrique Colombo. A mi juicio se le fue el tercero. Lo más destacado fueron sus pares de banderillas. Muy explosivos y de gran espectacularidad tuvieron calado en la parroquia. Jugó con el animal en unos recortes y adornos variados. Algún que otro par fue un poco a toro pasado. Se cambió el tercio y dio distancia al toro con la muleta en unas ligadas tandas por la derecha pero sin ajuste ni temple. Un soberbio espadazo fue el determinante para que hubiese petición de oreja concedida por el usía. Y lo siento por los que les molesten estas líneas, pero el teatro que hizo el venezolano en el quinto fue dantesco. Se arriesgó en un ajustado par en los medios y en el último segundo ejecutó un quiebro en el que toro acertó la ideas que tenía el matador. Le asestó un trompazo escalofriante y minutos después se recuperó. A partir de ahí, comenzó el bochorno. Cogió los avíos y se dirigió a los medios para brindar al respetable. Ya tenía media oreja cortada. Mellado y dolorido aguantó delante del animal. Pues señores, mucho valor y ganas, pero veinticuatro horas después de esa faena no recuerdo ni de un triste pase de pecho. Cada trapazo era aplaudido escandalosamente. Un nuevo episodio vulgar estaba a punto de producirse en la plaza más importante del mundo. Cerró con unos banderazos por manoletinas y se preparó para dar muerte al animal.  Lanzó la muleta a la arena y entró a matar a cuerpo limpio. Pinchó y con un posterior bajonazo acabó con la res. Empezó la muchachada a pedir la oreja. El presidente no la concedió y el público se enfadó con él. Bien por don José Magán al poner algo de cordura. Y con una vuelta al ruedo acabó su paso por Madrid. 

Y para bien o para mal cerramos el año con la tradicional final de la octava edición del certamen de novilladas sin caballos "Camino hacia Las Ventas". Dicho certamen comienza en verano y en los pueblos de la comunidad se celebran las eliminatorias. Los participantes son alumnos de las diferentes escuelas taurinas madrileñas. El domingo 13 torearon Leandro Gutiérrez (Escuela de Tauromaquia de Navas del Rey), Álvaro Burdiel y Marcos del Rincón (ambos de la escuela de Madrid, José Cubero "Yiyo"). La última jugarreta de Simón Casas es meter un novillero con caballos en esta corrida, por lo que se añaden dos novillos más con el consiguiente tiempo añadido. En esta ocasión toreó Carlos Aranda en primer y quinto lugar. La novillada de Jandilla en general dio muchas posibilidades a los toreros. Tiempo muy agradable en las tres horas largas que duró el festejo.
Fuera del certamen, Carlos (sangre y oro) se enfrentó a un lote soso y flojo. En su primer trasteo dio sin lucimiento muchos pases. Lo mejor de dicho trasteo fueron unos torerísimos ayudados por alto como cierre. En el quinto se gustó en unas verónicas. Y cumplió en unas aseadas tandas. Dio el manchego una vuelta al ruedo.
En segundo y sexto lugar actuó Leandro Gutiérrez (verde manzana y oro). Su primer eral fue de gran clase, iba largo y con nobleza. Acelerado y nervioso, le vi por debajo de este novillo. Al no haber tercio de varas, los chavales acostumbran a realizar diversos quites. Leandro toreó por chicuelinas y Álvaro por delantales. Estocada tras aviso y saludos desde el tercio. En el sexto se serenó y la cosa cambió. Su segundo fue el toro más serio del certamen, rematado y muy bien presentado. En ambos toros se adornó con las banderillas. En este novillo mostró ganas y ambición. Toreó relajado con ambas manos. Los naturales fueron muy profundos. De rodillas cerró su obra. Intercaló molinetes y manoletinas. Mató de una estocada. Vuelta al ruedo.
Los erales que se corrieron en tercer y séptimo lugar correspondieron su lidia y muerte a Álvaro Burdiel (azul marino y oro).
Fue el triunfador de la final. Salió a hombros. En tercer lugar su faena estuvo llena de altibajos con momentos de poder y mando al animal y momentos de rapidez intentando ligar las tandas. Me gustó el inicio que hizo por bajo. Faena moderna y sin personalidad. Cortó una oreja muy pobre.
A su otro oponente lo toreó con la capa interpretando unas caleserinas. Apuntó buenas maneras este chaval. Se puso este novillero y consiguió sacar unas decorosas tandas. Hay que medir más los trasteos. Fue una faena larga. Muy larga. Larguísima. Espadazo caído y oreja.
Por su parte, Marcos del Rincón (azul rey y oro) no dijo nada. Sobrio en las formas, pasó deslucido por la Villa y Corte. Con los aceros estuvo mal. 
5.128 espectadores. 



En el séptimo toro se empezó a correr la noticia que en Zaragoza, Mariano de la Viña había sufrido un percance fortísimo. El banderillero de Enrique Ponce recibió dos puñaladas en el Triángulo de Scarpa y en el glúteo. Sangrando abundantemente le llevaron a las expertas manos de don Carlos Val Carreres y su equipo médico. La incertidumbre reinó en el coso de La Misericordia. Perera que también cayó herido, en una lección de hombría y pundonor, pidió que se atendiese primero a Mariano para salvarle. 
De menos gravedad, también acabó en la enfermería lesionado José María Soler, a las órdenes de "El Juli". 



Los ángeles de los toreros: Arriba D. Carlos Val Carreres (Zaragoza) y abajo, D. Máximo García Padrós (Madrid).

Se acabó la temporada en Madrid. Descansamos y volvemos en marzo. Ahora toca lo mejor: tertulias invernales y campo.
Las visitas a ganaderías siempre son apetecibles y si surge, habrá ocasión de ponerse delante de una vaca para dar un tanda de muletazos.

Me despido querido lector, quitando alguno de rejones y los festejos veraniegos por estar lejos de Las Ventas, con fallos o aciertos he contado según lo he sentido prácticamente la totalidad de las corridas celebradas en la arena de Madrid. Espero que hayas disfrutado leyendo como yo lo he hecho escribiendo estas líneas.

Un saludo a la afición.
                                                                 
                                                                             
    

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