lunes, 13 de junio de 2022

Una jornada para el recuerdo.

El sábado 11 de junio quedará en el recuerdo de muchos. Un grupo de locos, unidos por la pasión hacia el toro bravo, formaron una asociación y la bautizaron como Club taurino Tres Puyazos. Cansados de la mediocridad actual y el mero trámite que es el tercio de varas en prácticamente la totalidad de las plazas de toros, decidieron apostar, y al igual que se hace en Francia, lucharon por organizar un festejo en el que, ya no sólo dar únicamente protagonismo al primer tercio (objetivo a conseguir), si no hacer de toda una lidia un espectáculo emocionante de principio a fin. Lo primero que hicieron fue abrir el Batán. Lugar emblemático de la capital, fue durante décadas punto de encuentro de todo tipo de aficionados para presenciar en sus corrales los toros que se lidiaban día tras día en la plaza de Madrid. En el año 2005, la lengua azul atacó el ganado bravo y las medidas sanitarias obligaron a cerrar este lugar obligando a llevar a los animales desde las fincas directamente a los corrales de la plaza. Entre normativas y desidia de quien correspondiera, llevaba cerrada La Venta de El Batán todo este tiempo. Lo consiguieron. Entre el barullo de los domingueros y los autobuses escolares y el ruido de la muchachada que disfrutaba en el Parque de Atracciones, reinaba la tranquilidad en este incomparable lugar. Volvieron a abrir estas instalaciones y durante tres días estuvieron expuestos los toros que se lidiarían el sábado por la tarde. Familias con niños, corredores y demás deportistas que hacen ejercicio por la Casa de Campo, profesionales taurinos... El Batán recuperó ese esplendor de antaño y de miércoles a viernes se abarrotó para ver en sus corrales los toros de Prieto de la Cal y de Peñajara. Después buscaron toreros dispuestos a colaborar en este apasionante proyecto y una plaza donde celebrar tal feria.



El sábado por la mañana se trasladaron los toros a los corrales de la plaza de San Agustín de Guadalix, pueblo de la sierra que acogió en su plaza esta jornada taurina. A mediodía tuvo lugar una novillada de cuatro reses de las siguientes ganaderías: Raso de Portillo y Valdellán para el torero patrio Juan Carlos Carballo y el portugués Diogo Peseiro.




Durante todo el día, como no podía ser menos en cualquier pueblo de nuestra Piel de Toro, la charanga animó el cotarro. Sol y calorazo. Cervezas frías y un arroz exquisito. Bajo un toldo de carpa en los aledaños de la plaza, hubo tertulias y encuentros de amigos. Con San Isidro aún resonando en la memoria, la gente tenías ganas de este desafío ganadero. En torno a las siete menos cuarto, entramos dispuestos a presenciar una tarde única. Anunciados estaban Sánchez Vara (blanco y oro), Damián Castaño (verde y oro) e Imanol Sánchez (marino y oro). Los toros de Prieto se lidiaron en los turnos primer, tercer y quinto lugar y los de Peñajara en los tres restantes. Evidentemente, los picadores tuvieron un especial protagonismo y al igual que se anuncia en la tablilla los datos de cada toro, se anunció el nombre de cada picador que picaría la res en cuestión. Estos fueron los seis picadores: Adrián Navarrete y Alberto Sandoval (1º y 4º, la cuadrilla de Sánchez Vara); Francisco José Navarrete y Juan Manuel Sangüesa (2º y 5º, cuadrilla de Damián) y Fernando Sánchez y Gabin Rehabi (3º y 6º, cuadrilla de Imanol). En mi recuerdo quedará la firmeza de Damián en sus dos toros, pero sobre todo ante el quinto, Aguardentero, de Prieto de la Cal. Una faena inteligente que planteó el torero salmantino a aquella jabonera res. Dio una vuelta al ruedo. También quedará en mi recuerdo el juego en conjunto de los toros de Peñajara. Prontos y alegres en el caballo. Protagonizaron vibrantes momentos en el primer tercio. Tampoco olvidaré ver a Gabin Rehabi picar al sexto. Este soberbio varilarguero francés dio una lección de cómo manejar un caballo y cómo picar un toro. la gente se dejó las manos aplaudiendo mientras Gabin volvía al patio de cuadrillas. Cerrada ovación en honor de este excelente picador. Chapeau!

La plaza no se llenó, pero la gente que fue disfrutó. El detalle de todo el que llegaba a taquillas para comprar un billete, leía un cartel al lado del ventanuco que rezaba lo siguiente: NO HAY INVITACIONES. EN ESTE FESTEJO TODO EL MUNDO HA PAGADO SU ENTRADA. Por ese motivo, imagino, no se veían periodistas, responsables de los diferentes portales e informadores taurinos en busca de publicar noticias en sus redes sociales. La Fiesta, hecha por aficionados y para aficionados. Eso buscaron, y eso consiguieron.

Gracia por abrir el Batán. Gracias por reunir en un pueblo de Madrid a unos cuantos locos para disfrutar de lo que más nos gusta. Gracias por poner en valor todos los tercios de la lidia. Gracias por contar con toreros dispuestos a participar de esta locura. Gracias por ese excelente trabajazo.

Gracias y enhorabuena.

PD: ¿nos veremos en la Feria del Aficionado 2023?

Fotos: el autor. 



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