viernes, 17 de septiembre de 2021

¿Por qué se mata al toro?

"La espada no me quita el sueño". Finito de Córdoba.

Tras escuchar una entrevista a Finito de Córdoba por sus treinta años de alternativa una de las perlas de la misma es la siguiente: el torero decía que le duele más no torear bien a un toro que matarlo bien. Enseguida pienso: ¡es ridículo! ¿Os imagináis a Cristiano Ronaldo en un partido decisivo regatear él sólo a todo el equipo rival mientras va avanzando y cuando llega al portero falla el gol? Cuando acaba el partido se acerca el periodista de turno y le pregunta por aquel fallo y éste responde: He fallado el gol pero he regateado a once rivales. Ese fallo no me quita el sueño. ¡Sería absurdo! Pues claro que se lo quita. Porque ese gol puede ser la diferencia entre una victoria y una derrota. Cristiano estará el resto de la temporada lamentando ese fallo. Así que hoy explicaré el porqué de la muerte del animal. El porqué de la muerte en el ruedo y ante la vista de todos los presentes. 

Al igual que el objetivo de un futbolista es meter goles, en el toreo es matar al animal, y siempre de una manera rápida y limpia. El toreo está reglado y controlado ministerialmente así que cada profesional taurino lleva su carné que lo certifica. Mozos de espadas, Picadores, banderilleros, toreros... Todos. En el carné de estos últimos no indica que son toreros. Indica que son matadores de novillos o de toros, según el escalafón en el que se encuentre dicho profesional. Pues esa es su profesión: matar toros.

Aunque las comparaciones son odiosas, procuro hacerlo siempre con el fin de hacer más clara una explicación así que en este artículo voy a comparar el toreo con el fútbol. Le pese a quien le pese. Muchas veces he oído que los que no están a favor de la Fiesta lo están porque no entienden que haya que matar a un animal. Y es respetable. Son de los que consideran que sería muy bueno e incluso muy positivo a nivel de "marketing" que las corridas fuesen sin sangre, como por ejemplo ocurre en California (no hay picador, las banderillas son de pega y no hay suerte de matar) y en otros estados americanos. Así se atraería a más gente. Y yo pienso: sería mentir, sería maquillar un espectáculo para conseguir más adeptos. Y lo más triste: sería faltar a la memoria de todos esos héroes que cayeron derramando su sangre en la arena de una plaza. Habrían muerto en vano. 

Recordemos brevemente que al toro se le pica para amoldarle, para templarle. Evidentemente también se le quita fuerza pero el objetivo es moldearle para una mejor embestida. Aunque se le quite fuerza, los toros se crecen ante el castigo, quieren más pelea. De ahí que el animal aunque sabe que está siendo herido, vuelve a seguir luchando. Es lo que en el argot taurino se llama casta. ( Y como otras muchas expresiones populares, de ahí viene este dicho: crecerse ante el castigo). Cuanto más encastado sea un toro, mayor emoción habrá en el tendido. Sin un adecuado puyazo el comportamiento de un animal sería ingobernable y el torero poco podría hacer.  Acto seguido se le clavan seis banderillas que poco significan y tras la faena de muleta el toro muere a espada. Si no se realizasen estos trances, el animal sería una bestia absolutamente incontrolable. 

El toreo es un rito. Es un sacrificio. Hombre y bestia salen a morir. Recordemos que el resultado de un conjunto de normas y bases que surgieron en la antigüedad han ido reglamentando el toreo a lo largo de los siglos y evolucionando hasta acabar en las corridas tal y como las conocemos hoy en día. La gente teme a la muerte. No quiere hablar de ella. Nacemos, crecemos y morimos. Es ley natural. En el toreo se recuerda que la muerte está presente. Esto no es teatro o cine. Aquí no hay decorados. 

Como ya queda explicado la profesión no es ser torero, es ser matador. Un festejo sin muerte no tendría sentido. ¿Y por qué? ¿Por qué es famoso Cristiano y no el delantero del Orense C.F.? Porque Cristiano es un tío que cada partido que juega marca un gol, y cuando tiene una racha mala goleadora, llega el partido en el que se recupera y mete cuatro goles. Es la diferencia entre un jugador que ya es historia del fútbol y uno que no lo es. En el toreo es exactamente igual. ¿Cuál es la diferencia entre una máxima figura y un torerillo del montón? Los dos pueden hacer faenas extraordinarias y torear con mucho gusto o valor, pero sin espada, no se vería quien es mejor y quién peor. El que mata bien, corta las orejas, triunfa y sale a hombros. Si eso lo hace 40 ó 50 veces en una temporada y además en las plazas importantes pues su fama será mayor. Y en un año se hace rico. ¿Un ejemplo? Roca Rey. 

Por eso no concibo un festejo sin muerte. Por honor, por respeto. Si el toreo es un combate, no puede ser que el toro vuelva a la oscuridad del chiquero tras ser toreado y atado a unos barrotes reciba el golpe final. Tiene que ser una lucha hasta el fin, y qué más lógico final que un encuentro entre hombre y bestia. El torero, preparado con un trapillo y un acero, esperará al toro para darle muerte. 

Un detalle crucial y que todos pasan por alto. ¿Te has fijado, querido lector, que cada vez que hay una desgracia en un deporte de riesgo, en un medio de transporte o en cualquier otro ámbito se trabaja para que eso no vuelva a ocurrir, y si ocurre, que los daños sean mínimos? En el toreo no, murieron recientemente FandiñoVíctor Barrio y no se hizo nada. La vida sigue. La muerte es el precio que hay que pagar en esta profesión y si no asumes que puedes morir, no tiene sentido intentarlo. Los toreros no llevan hombreras, casco, gafas... y por más cornadas que reciben en boca, ojos, ingles, vientre, muslos, cuello... no se quejan. Nadie pide medidas de seguridad. ¡Es más, es que nadie (ni aficionados ni profesionales) se lo plantea! Lo único que exigen los toreros es que cada tarde de corrida haya un equipo médico cualificado e instrumental necesario para este tipo de heridas. Y nada más. Es lo que hay y punto. Por eso pienso a veces que si se acaban las corridas con sangre, se acabó el vestido de luces y la liturgia que lo envuelve. En la película El Patriota hay una conversación entre Benjamin Martin y el general francés: Benjamin le halaga que vaya tan impecablemente preparado para la batalla a lo que el francés, con mucha elegancia, responde: "si muero, que sea bien vestido". Pues esto es igual. ¿De qué sirve lucir el oro, la plata o el azabache para hacer de un rito ancestral una pantomima moderna? Los colores, los bordados, la música, la liturgia... todo tiene un simbolismo. Si eso acaba, no tendrían sentido. La montera, la castañeta (coleta), los capotes de paseo, espadas etc acabarían todas esas joyas artesanales en un museo o en el baúl de los recuerdos y los toreros deberían (en mi opinión) ir como los jugadores de fútbol americano: protegidos hasta los dientes. El resumen es que si al toro no se le puede tocar, al torero tampoco. En caso de percance, que los seguiría habiendo, evidentemente, el que tiene las de perder es él. Una simple coz o un cabezazo pueden al torero, desde abrirle una brecha, romperle un hueso o hasta mandarle a una silla de ruedas.

Siempre se ha dicho que el toro es el único animal en la tierra que puede ganar el perdón. Y es cierto. Ningún otro animal goza de tal enorme privilegio. El objetivo de ello es que el animal indultado pase a sus hijos aquellos caracteres de morfología y comportamiento por los que se ganó la vida. Si la corridas son sin muerte, ni que decir tiene que el indulto perdería su esencia. 

Muchos dirán que en Portugal no se mata al animal. No es cierto. El toro muere, pero en la oscuridad del matadero. Tras acabar la faena el toro vuelve al corral y en ocasiones espera varias horas hasta ser trasladado a un matadero. Y por ende es más sufrimiento. Se le priva de morir en el ruedo, y por ende, de poder matar a su rival. Para mí, lo más injusto para el toro y para el ganadero: que es negar al criador ver la reacción del público mientras las mulillas arrastran al animal. La ovación o una clamorosa vuelta al ruedo tras un bravo comportamiento. Y por supuesto en Portugal los indultos carecen de sentido. Portugal es un quiero y no puedo en la tauromaquia. ¿De qué sirve torear en Portugal si no se puede matar al toro? Como no se mata no hay orejas, y en vez de este premio un torero da vueltas al ruedo. Si un torero da dos o más vueltas, podrá salir a hombros. En el resto de países cuando un torero hace una gran faena y la marra con la espada sí que da una vuelta al ruedo. Ese el sentido de una vuelta. En nuestro país vecino no.  Repito lo antes explicado, si dos toreros hacen en Lisboa dos faenas extraordinarias triunfarán y saldrán a hombros. Pero... ¿qué sentido tiene premiar algo que no ha sido culminado? Lo veo incoherente. Por eso se llama suerte suprema. Porque es el culmen, es el fin de una lidia. Grandes figuras españolas fueron contratadas para aquellos espectáculos en California pero poco a poco fueron rechazando la contratación porque vieron que era abursdo. Aunque, gracias a Dios, la situación del toreo en nuestro país vecino y aquel estado americano no es la misma, sigo sin terminar de comprender de por qué los toreros van a Portugal si no pueden ejercer su profesión en pleno. Sería como el fútbol sin goles. Si no hubiese goles, Cristiano no sería nadie. 

Así que si un torero hace una gran faena pero no la culmina con una certera estocada, todo se queda en agua de borrajas. Otro apunte. Si no se puede matar a un animal, ¿qué sentido tiene enfrentarse a él? ¿Cuántos toreros a lo largo de la historia han tenido que pechar con un animal que en de propinar faenas gloriosas han propinado quebraderos de cabeza y miedos innecesarios? A los neófitos, busquen crónicas o vídeos de dos ejemplos rápidos en "gúguel": Cazarrata y Sánchez Vara en 2016 o la corrida de 2014 de Victorino Martín. Dos tardes en los que se pasó miedo en la plaza de Madrid. Dos ejemplos de tardes en los que el terror flotaba en el ambiente. ¿Para qué va a jugarse la vida un torero si no puede matar al animal? Según eso, ¿Qué habrían hecho Sánchez Vara o los tres toreros que se enfrentaron a esa terrorífica corrida de Victorino en San Isidro 2014? Si un torero ve que un mínimo lucimiento es completamente imposible y hay un porcentaje altísimo de acabar en la enfermería, en cuanto termina el tercio de banderillas diría al presidente: no lo toreo. Si no lo puede matar.... ¿para qué se le pica? ¿Para qué se le banderillea? ¿Para qué se han jugado la vida picadores y banderilleros si al final el matador no quiere jugarse la vida (y con razón) delante de esa alimaña? 

Y por último. Si no hay muerte (en el ruedo como en Portugal), ésta seguirá teniendo lugar en un lúgubre matadero. Pero... ¿si un día la administración lo prohíbe? Si ya no se puede matar a un animal ni en un matadero, ¿Llegarían a obligar a un ganadero que recuperar su toro tras el festejo y seguir cuidándolo en la finca hasta que muera de viejo? El toro es un producto caduco y tras ser toreado, no tiene más mercado. Un ganadero tiene unos cuantos toros para cubrir un determinado número de festejos, así que si no hubiesen corridas no tendría sentido criar este animal. La cría del toro de lidia no es como quien tiene una granja de pollos que abastece de carne a todo aquel que la compra. La cría del toro bravo es una filosofía y una cultura. Para un granjero, un pollo es un producto económico y nada más. Un toro de lidia requiere atención diaria, desde que nace hasta que muere en la plaza. Cinco años de cuidados exquisitos. Y cinco años de una inmensa inversión económica. Los pocos toros que tiene un ganadero difícilmente cubren gastos. Criar esos pocos toros no sería mínimamente rentable si no hubiese festejos o mercado al que vender la carne. ¿Acabaría siendo el toro un producto gastronómico de auténtico lujo como si de caviar u otro alimento se tratase? No sé qué opinarían los ganaderos.

La Fiesta ha sobrevivido a reyes y a papas, pero ahora es diferente. Aunque el futuro que se avecina sea más negro que el carbón y la cosa pinta muy difícil, toca apretarse los machos y salir a torear. Aficionados y profesionales tienen que luchar por ello. Es crucial. Las nuevas corrientes e ideas son absolutamente implacables. Hemos pasado de una mentalidad en la que el aborto era absolutamente impensable a una legislación que te multará si talas un árbol o simplemente recoges las piñas que caen en tu jardín para la chimenea. Importa más la vida de una encina que la de un hombre. La ecología, la sostenibilidad... Han sido llevados a lo más extremo. Y los gobiernos llevan la voz cantante. Medidas ilógicas e insostenibles han sido tomadas con el fin de imponer una ideología en vez de tratar el problema de un modo sensato y razonable. Un festejo taurino es lo que es. Ni se puede maquillar, ni se puede cambiar. Por todo lo expuesto en los párrafos anteriores y por mucho más. Podrá evolucionar de muchas formas (música, vestidos, marketing, organización, reglamento...), pero el rito, lo que es en sí el transcurso de un festejo, es absolutamente intocable. El día que esto cambie, que conmigo no cuenten. Me bajaré del carro y me buscaré otra afición en la que gastar el tiempo y el dinero. Lo tengo clarísimo.


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