viernes, 18 de diciembre de 2020

Toros en el confinamiento (III).

Benidorm (Alicante). Novillos de Román Sorando para Antonio Barrera, Canales Rivera y José Tomás. 24 de julio de 1993.

La Gran Oportunidad, así se llamo este certamen retransmitido por Antena 3 para novilleros con caballos en el citado pueblo alicantino. La novillada de Román Sorando fue desigual de presentación y en general nobles y toreables salvo el complicado primero. Estos fueron los novillos lidiados: Sentador, Corretón, Desviado, Macaruelo, Conspirante y Prestillero. Vistieron los muchachos respectivamente de caña, celeste y blanco, todos en oro.

Triunfaron José Antonio y José Tomás. Los dos salieron a hombros. El de Barbate cortó dos orejas al tercero y el madrileño una a cada utrero. El gaditano bullió la plaza con varias largas cambiadas y quitó por chicuelinas al segundo y por fregolinas al quinto. Realizó una faena en la que faltó ajuste pero ante la bondad del animal fue todo temple y naturalidad. Volvió a jalear los tendidos con unos molinetes de rodillas y tras una habilidosa estocada, consiguió los trofeos. Dio una vuelta en el quinto. La faena fue larga y soporífera. Otro animal que gracias a su clase y duración permitió al andaluz torear a placer todo lo que quiso y más. De no fallar con la espada, habría cortado otras dos orejas.
Si el gaditano puso el bullicio y la variedad, el madrileño fue el toreo de verdad. El de Galapagar debutaba con caballos. Evidenció la falta de rodaje pero su seriedad y aplomo mostraban que éste iba en serio. Siempre procurando hacerlo todo limpio y bien. Toreó con cadencia a la verónica al tercero y con la muleta estuvo inmaculado. Colocación y quietud fueron sus avales. Toreó muy bien a este novillo que además de nobleza, tuvo humillación y recorrido. El espadazo fue perfecto en todos los sentidos. Cerró el festejo ante un animal soso y parado ante el que tuvo que hacerlo todo él. La faena tuvo premio y abrió la puerta grande. A orillas del Mediterráneo, José empezaba su andadura en el escalafón de novilleros y lo cerró a escasas semanas de su alternativa con una salida a hombros en Madrid.

Por su parte, el sevillano cortó una oreja al primero. Acelerado y con prisas, no consiguió domeñar las tarascadas del novillo. Gracias a la estocada, los alicantinos premiaron la faena con un trofeo. En el cuarto dio una vuelta quizá un poco excesiva. La faena la extendió sin necesidad con el consiguiente aumento de dificultad del novillo que empezó a apagarse y a complicar las cosas. Sin acople ligó varias series de naturales ante otro interesante animal. Tras el aviso quiso agradar al público toreando de rodillas por molinetes y haciendo el salto de la rana. Antonio falló con el acero pinchando varias veces.

Ramón Alvarado clavó al quinto dos buenos pares de banderillas.

Madrid. Toros de Jandilla para Ortega Cano, Jesulín de Ubrique y José Tomás. 14 de mayo de 1996.

Vestido de blanco y oro, José Tomás confirmó su alternativa la primavera del 96. Comenzaba la leyenda. Cortó la primera de sus muchas orejas en la Monumental. Su seco concepto del toreo y su escalofriante valor emocionaron desde el primer momento a los madrileños. El Jandilla de la ceremonia se llamó Jumito. Mostró dos caras, una en cada toro. Una de constancia en su primero, toro deslucido y noblón, que necesitaba distancia y estar siempre muy cruzado y otra radicalmente diferente al sexto. Un sobrero astifino y abierto de cuerna de Guardiola llamado Rompepetos, mansurrón y reservón de comportamiento. Dejaba el torero que acudiera desde lejos y en el último suspiro tocaba con la muleta mandando en la embestida. Siempre de frente y la pierna alante. Cerró con unas estoicas manoletinas y pinchó antes de pegar una estocada en la suerta natural sensacional en ejecución y colocación. Madrid era un clamor. Faenón de mucho peso a un toro muy difícil. Cortó una oreja a aquel "guardiola". Pudo salir a hombros ese 14 de mayo.  'Aquí un torero' tituló aquel día su crónica en El País Joaquín Vidal.

Ortega Cano (gris perla y oro) y Jesulín (malva y oro) fueron silenciados. Ortega en el cuarto sacó a base de tesón y raza varias tandas de muletazos muy jaleadas a un toro pronto. Y Jesulín estuvo en Jesulín. En el tercer toro de la tarde el público pidió con fuerza la devolución del animal gritando 'Manos arriba, esto es un atraco'. Y mientras devolvían al sexto saltó al ruedo a cuerpo limpio un señor y no consiguió llegar al animal.

Destacaron en banderillas Curro Cruz en el cuarto y Emilio Fernández en el quinto. 

El viento sopló toda la tarde. Hasta tres hierros lidiaron alguna res aquel 14 de mayo, y el orden fue el siguiente: 
De Jandilla fueron 1º (Jumito), 3º (Artista) y 5º (Invencible).
De Criado Holgado (encaste Atanasio) fueron 4º (Cardilisto) y 6º (Navarro).
Enfurecido (de Jandilla), que salió en 2º lugar y Navarro en 6º, fueron devueltos. 
Los sobreros que sustituyeron a los dos devueltos fueron de Guardiola (como curiosidad, pertenecían a Ortega Cano). Un sobrero que salió en 2º lugar llamado Rompeolas y el ya mencionado Rompepetos en 6º lugar.

Madrid. Toros de distintas ganaderías para César Rincón, Enrique Ponce y José Tomás. 2 de mayo 1998.

Hasta la fecha, ha sido ésta la única vez en la que han compartido cartel valenciano y madrileño en la plaza de Las Ventas. El bogotano abría la terna. La tradicional Goyesca presentó una macedonia de hierros y fueron por este orden: 1º de Hermanos Astolfi. 2º, 4º y 6º de Alcurrucén. 3º y 5º de Aguirre Fernández Cobaleda. Sus nombres fueron los siguientes: Mirlero, Cañego, Cigarrero, Manchoso, Cubanoso y Cachorrero. Salvo el segundo y el tercero que dieron algo de lucimiento, los demás toros ni fu ni fa. Los toreros vistieron de goyesco azul  marino, verde botella y grosella, todos en oro respectivamente. El vendaval molestó todo el festejo.

El diestro colombiano pasó de puntillas por Madrid. Su lote fue insulso, parado, mansurrón... No tuvo suerte César en aquella Goyesca.

En cambio sus compañeros de cartel tuvieron más suerte. Por su parte, Enrique lidió un toro de Alcurrucén en segundo lugar al que a base de tesón y firmeza fue domeñando. Logró varias tandas con ambas manos de mucho mérito. Con el cuarto se vio lo acostumbrado que está el de Chiva al encaste Atanasio. Le gusta. También de tiró de oficio y a un toro que no se le atisbaba nada, Ponce sacó agua de un pozo seco. Si con las telas estuvo hábil y certero, con el acero fue otro cantar. Escuchó aquella tarde un total de tres avisos.

José calentó la tarde con unas escalofriantes chicuelinas que tuvieron la réplica de César por unas verónicas a pies juntos. Citó de lejos a Cigarrero para empezar la faena con unos estatuarios. Se fajó con el toro pasándoselo a milímetros de la barriga. La primera tanda con la derecha fue rotunda. En una de las series revolcó al torero sin consecuencias. Cerró con unas manoletinas y cortó la única oreja del festejo. El sexto fue el toro más incierto, probón y revoltoso del festejo. Se pegó otro arrimón y sufrió a lo largo de las faena varios volteretas que no fueron a más. Falló con la espada y silencio a su labor.

En cuanto a las cuadrillas, el colombiano Gustavo Adolfo "El Jeringa" estuvo sensacional en banderillas en el primero.

Madrid. Toros de El Puerto de San Lorenzo para Manuel Caballero, José Tomás y Eugenio de Mora. 26 de mayo de 1999.

Una de sus tardes más gloriosas. No hubo puerta grande porque la espada no quiso. A su primero lo saludó con un ramillete de lances extraordinarios. Más tarde siguió toreando por chicuelinas ciñéndose enormemente al animal. Después de este quite, el de Galapagar toreó por gaoneras y el toledano respondió por el mismo palo: dos quites que emocionaron a la afición. La faena de muleta fue sencillamente soberbia. Como es costumbre en su tauromaquia, inició por estatuarios citando al animal a más de treinta metros. Siguieron una tanda con la diestra sensacional y otra que decayó un poco debido al viento que sopló aquel día. Daba igual, valiente como pocos, aguantó aquellas rachas de aire sin perder ni un ápice la colocación, la ligazón... Las tandas con la izquierda fueron colosales. Se preparó para matar, era de dos... ¡era de dos orejas aquella lección de tauromaquia! pero... pinchó. Aprovechó que al lisarnasio aún le quedaba algo de gas para dar unas manoletinas y esta vez si hundió la espada hasta la bola. Escuchó un aviso y el toro fue aplaudido en el arrastre. Cortó una oreja. Ante el quinto, un animal parado y soso, José volvió a tirar de hombría. Una faena íntegra con la mano izquierda. Fueron unos naturales de muchos kilates. Se atascó con la espada y sonó un aviso. Ovación clamorosa cuando murió el animal.

Manuel y Eugenio fueron testigos de la obra que realizó el madrileño. Los dos manchegos quisieron pero no pudieron. Eugenio saludó una ovación en el tercero y Caballero fue silenciado. En cambio fue una tarde prolífica en el toreo de capa: chicuelinas, gaoneras, verónicas y las albacetinas, quite así nombrado en honor a la ciudad natal de Manuel. Un lance de capote que también se hace por detrás como las gaoneras pero sólo haciendo revoleras ligándolas cada vez que pasa el animal.

Los toreros vistieron de canela y oro, sangre de toro y oro y lila y oro respectivamente. Granero y Embajador fueron los correspondientes a Caballero. Playero y Tosquito los dos de José Tomás y Joyito y Pitito los toros de Eugenio de Mora.

Entre las cuadrillas, destacó José Antonio Carretero en banderillas.

Madrid. Toros de La Martelilla para Rivera Ordoñez, José Tomás y Rafael de Julia. 21 de mayo de 2002.

La corrida fue un saldo ganadero. Una colección de inválidos y algunos protestados por su presencia. Los "miau" se escucharon en varios toros. El fuerte viento condicionó la tarde.

José Tomás volvió a dejar claro que Madrid es su feudo. Dónde más le gusta torear y dónde se entrega sin reservas. Llegó de malva y oro dispuesto a hacer el toreo. En el primero de la tarde, en el tercio de quites, se jugó el tipo en unas gaoneras que quitaron el aliento. No se puede pasar al toro más cerca cómo lo hizo José en aquel ramillete de lances. En el primero de su lote (Capacitado) se cruzó, buscaba siempre la pureza y torear de verdad. Un toro muy protestado de salida por su escaso trapío y más soso que un pan sin sal. El de Galapagar le dio tiempos y alturas pero el toro, no quería saber nada. Mató bien y silencio al torero tras morir el animal. Ante el quinto de nombre Exhortado, la emoción llegó en la faena de muleta. La brisas de aire soplaban constantemente y a José parecía no importarle. Se puso exactamente igual como si no hiciera viento y ante la poca fuerza del animal, empezó por ayudados por alto para acostumbrarle a embestir. Un astifino ejemplar y más serio que un guardia de asalto en noche de redada que hizo que la faena del madrileño tuviera aún más mérito. Estuvo colosal. Si las tandas con la derecha fueron magníficas, las tres series que dio con la zurda tuvieron aún más importancia debido a la nula condición del toro y a que el dios Eolo complicó la situación. Otra serie de derechazos de frente pusieron a Madrid en pie. Un variado cierre de muletazos y una estocada en lo alto. Dos orejones de ley. Faenón de mucho peso. De los que no se olvidan. La gloria le esperaba. Cruzó por quinta vez ese umbral mudéjar que da a la calle Alcalá. Ese año dejó de torear.

Nada que añadir de los cuatro restantes. Si no hay materia, nada puede ocurrir. Fran Rivera (botella y oro) y Rafael de Julia (azul purísima y oro) fueron silenciados en sus respectivos lotes: Coreano y Candito el de Francisco y Revendedor y Casimando el de Rafael.

Destacaron con las banderillas Joselito Gutiérrez en el primero y Emilio Fernández en el quinto.



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