lunes, 13 de abril de 2020

Cobradiezmos, un regalo inolvidable.

El 13 de abril es un gran día. El trece está considerado de mal agüero pero es algo que a mí nunca me ha importado. Y digo esto porque es el día de mi cumpleaños. Al ser en pleno abril es frecuente que suela coincidir con la tradicional feria de Sevilla. Así que hoy no hablaré de Madrid sino de la capital andaluza ya que el 13 de abril de 2016 ocurrió algo maravilloso: el indulto de un toro de Victorino Martín en la Real Maestranza de Caballería a manos de Manuel Escribano.

Hablar de Victorino Martín en Sevilla es hablar de una trayectoria breve y plagada de éxitos. Este hierro madrileño debutó en el dorado albero maestrante en 1996 y desde entonces, estos cárdenos animales han emocionado a los sevillanos por su casta y bravura. Los éxitos del Paleto de Galapagar han sido constantes. Recordaré algunos de ellos:
 El mismo día del debut, dos toreros curtidos en estas lides como son "El Tato" y Pepín Liria, cortaron una oreja cada uno. Un año después "El Tato" se las vio nada más y nada menos con  Veraniego y juntos formaron un dueto absolutamente memorable. Más tarde llegó "El Cid" y puso el cotarro patas arriba con estos toros. Su tarde más importante fue con un bravísimo animal llamado Borgoñés en el año 2007. Aquel día cortó tres orejas y en volandas se lo llevaron por esa puerta que da al Paseo de Colón y al Guadalquivir. ¿Y qué decir de Antonio Ferrera? Pues este balear de nacimiento y extremeño de adopción cuenta en su palmarés con toros como Melonito en 2008 que fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre, Mecanizado y Platino en 2014 y 2017 respectivamente. El murciano Liria además de esa primera oreja toreó a Gallareto el día de Melonito y fue esta faena una lucha sin cuartel. Pepín se ganó por esa y otras tandas tardes, el respeto de Sevilla. Morante de la Puebla también cuenta mucho. En el año 2009 le dio un venazo al cigarrero y pidió enfrentarse a "El Cid" en un mano a mano. De esa tarde se recordará eternamente el soberbio toreo de capote de José Antonio frente a un áspero Albaserrada llegando a sonar la música para el genio de La Puebla. Paco Ureña, Emilio De Justo, Iván Fandiño... son otros toreros que han también triunfaron con estos toros en Sevilla. Manuel Escribano, es otro de ellos y es el espada que hoy ocupa esta sección. Tras vagar mucho tiempo por el circuito de los pueblos y pasar años con escasez de contratos, sustituyó a "El Juli" en 2013 en una corrida de Miura y no desaprovechó esa ocasión. Triunfó y desde entonces en un torero fijo en los carteles con las ganaderías más duras del campo bravo. Entrega total y raza absoluta. No se guarda nada para él. Honrado y deseoso de agradar al público, actitud que ha pagado con mucha sangre pues ha recibido durísimas cornadas como las de Madrid, Belmonte (Cuenca), Alicante o Sotillo de la Adrada (Ávila).

Aquella tarde el cartel fue el siguiente: reses de Victorino Martín para Manuel Escribano, Morenito de Aranda y Paco Ureña. Ureña también triunfó y al que le tocó irse de vacío fue a Morenito.
Tras estos exitosos años quedaba cerrar el círculo. En tercer lugar salió el gran Galapagueño al que Paco Ureña le cortó las dos orejas. Se abrió por cuarta vez el portón de los sustos y salió Cobradiezmos: fino de hechuras, en el tipo de la casa, herrado con el número 37, cárdeno de capa dando en la báscula un peso de 562 kilos.
Ni Manuel ni nadie sabíamos como iba a acabar esa tarde, así que el de Gerena como es habitual en su tauromaquia, se fue a la puerta de toriles para recibir de rodillas al cuarto de la tarde.
Manuel Escribano le pegó la larga cambiada y recetó al cárdeno un ramillete de cinco verónicas rematado con la media y la revolera. El toro empezó a mostrar sus magníficas cualidades. Éstas fueron las siguientes: la constante fijeza en los engaños, reponer para buscar dichos engaños tras cada lance y humillar (como se aprecia en la fotografía) sin cesar arrastrando el hocico por el albero. Y por supuesto algo que debe tener un toro: casta. No es el de Gerena un torero exquisito, aún así y a pesar de la pujanza que mostró el animal se lució esas templadas verónicas. La Maestranza comenzaba a hervir.

Tras un tercio de varas en el que el toro empujó con brío en el peto, el presidente cambió el tercio y nuestro protagonista, decidido se fue al centro del ruedo para clavar las banderillas. Pleno en facultades, brilló Manuel en los tres pares. Generoso el matador, dio distancia al toro para que galopase y mostrase esas virtudes anteriormente explicadas.
El usía cambió de nuevo el tercio y tras montar muleta y espada se dispuso el espada a comenzar la faena. Las oleadas de bravura que derrochaba Cobradiezmos requerían gobierno y mando así que ese fue el motivo por el que Manuel dio unos primeros muletazos por bajo.

Manuel Escribano con "Cobradiezmos", el indultado cuarto toro

El conjunto de la faena resultó ser grandioso. A pesar de torear por ambos pitones, la faena fue cimentada principalmente con la diestra. Aquel cárdeno era un Talgo, una máquina de embestir. La casta de aquel toro fue entendida perfectamente por el diestro sevillano. Esos muletazos fueron de mano muy baja ya que Manuel arrastraba los vuelos de la franela y el "victorino" hacía surcos en el suelo con su hocico. A cada muletazo, el runrún aumentaba. Este encaste no es nada fácil de torear pero considerando a Escribano un diestro consagrado con esta sangre, se hizo con el toro en una faena épica. A medida que avanzaba la batalla, la petición de indulto crecía hasta que llegó el momento en el que el presidente Don José Luque Teruel mostró el pañuelo naranja indicando que la faena había concluido y premiando a ese toro con el don más preciado: la vida.

Ni ganó el torero ni ganó el toro: ganó la Fiesta. Cobradiezmos volvió a la finca. En Las Tiesas de Santa María lleva cuatro años dejando su bravísima simiente. En no mucho tiempo veremos si los descendientes de Cobradiezmos han recibido el legado del padre.

Imagen

                                                                       (Foto: Arjona)

Un lustro antes José María Manzanares indultó a otro toro y como siempre ocurre, saltó el debate de si el toro merecía tal premio. Unos decían que era de justicia y otros que no era para tal premio aquel toro de Núñez del Cuvillo. Así que ya que estoy, voy a comentar en unas líneas mi opinión sobre el indulto como premio. En estos últimos tiempos premiar la bravura significa premiar al torero. En cuanto un animal embiste con ritmo y son un par de veces haciendo que el torero esté decoroso, la gente embriagada pide el indulto.
La tónica general y sobre todo en plazas pequeñas es la siguiente: a medida que transcurren los minutos y a cada pase la posibilidad de perdón va cogiendo forma, el torero empieza a mirar a la presidencia con la intención de que el público flamee sus pañuelos acompañado con silbidos para iniciar la petición. Esos toros no han sido apenas picados, así que van y vienen tantas veces les cite el torero. Éste, aprovechando esos cómodos embites se dispone a calentar los tendidos. Cuando llega el epílogo y toca matar al animal, se pone manos a la obra: ahí es cuando empieza a motivar al público toreando a base de muletazos realizados de la manera más heterodoxa véase luquesinas, bernadinas, manoletinas etc hasta que el presidente (en la mayoría de los casos) muestra el pañuelo naranja indicando que el toro ha sido perdonado.

Imagen

Cobradiezmos y sus "novias".

Parece que lo importante es premiar con el indulto y cuantos más animales sean, mejor. No es así, la vida es el premio excepcional al animal excepcional por lo que no podemos hacer (que ya está asimilado en los públicos) de tal trofeo algo cotidiano. Ha perdido su esencia. No podemos indultar un animal sólo para ver cómo vuelve a los corrales para ser curado y el torero salga a hombros al finalizar el festejo. El indulto tiene el objetivo de que esas condiciones extraordinarias que muestra un animal en el ruedo sean transmitidas a sus descendientes. Un ejemplo: tras haber compartido muchas opiniones con diferentes aficionados mejicanos, se demuestra el gravísimo error que es perdonar un animal sólo para que el torero esa tarde salga a hombros. Es decir, nos olvidamos del animal y buscamos el triunfo del torero. El desenfrenado ritmo de indultos en Méjico es el motivo del catastrófico estado general de sus ganaderías. De tanto premiar dulzura y nobleza, se han cargado muchas de ellas. Recuperar ese estado (si se quiere) va a ser largo y muy difícil. Gracias a los indultos, la gente se ha olvidado del otro gran premio que puede recibir un animal: la vuelta al ruedo en el arrastre. Mi impresión es que lo ven como algo insignificante e incluso un deshonor dar una vuelta al ruedo. Hay quien alaba a toreros como Enrique Ponce o Finito de Córdoba por la cantidad de reses toros que han indultado y es algo que yo no comparto.
Por último, el indulto puede ser la diferencia entre un triunfo y un petardo. Si hubiese que matar con la espada para cortar la orejas, un reiterado fallo reduce el premio. Como con el indulto esto se anula, el torero siempre lo tendrá garantizado. Recordemos que el rabo es el último gran trofeo que recibe el matador pero con tanto indulto ha pasado dicho premio a un segundo plano. O sea, "no mola", ¿para qué cortar un rabo pudiéndolo "salvar"? Para evitar tanto indulto, yo propondría que tras volver el animal a los corrales, el espada sólo saludase una ovación desde el tercio como premio y no saliese a hombros (a menos que en el otro toro haya cortado las dos orejas).
Como dijo Gregorio Corrochano, "el primer mandamiento de la ley de las corridas de toros es el toro". Victorino Martín padre dijo en otra ocasión: "si cae el toro, cae la Fiesta". No podemos descuidar la materia prima. Es la que da emoción así que si nos olvidamos de ella, nada tendría sentido.
Estoy a favor del indulto siempre y cuando sean al toro que de verdad lo merezca. Cobradiezmos fue un toro muy bravo y Manuel estuvo bravo con él. Fue un indulto merecido. Fue para mí, un "regalo" inolvidable.


Resultado de imagen de cobradiezmos

(foto: Carlos Canalo de Miguel)


No hay comentarios:

Publicar un comentario