miércoles, 12 de octubre de 2022

Un toro de bandera y la clase de Uceda Leal.

El sábado 1 de octubre se anunciaron en mano a mano dos novilleros que esta primavera han logrado cruzar ese arco mudéjar que es la Puerta de Madrid: Víctor Hernández (blanco y oro) y Álvaro Alarcón (verde y oro).  Una vez  más, y ya he perdido la cuenta, trajo desde San José del Valle Ricardo Gallardo una novillada. La factoría Fuente Ymbro es como la SEAT. Produce toros en cantidades industriales. Si no me fallan las cuentas, a falta de la corrida del próximo domingo 9, desde Los Romerales han salido con destino la plaza de Madrid en torno al medio centenar de animales. Salvo el primer cornúpeta que tuvo clase y nobleza, lo demás fue un rosario de animales sosainas. El sexto debió ser devuelto. 
Si hay algo que destacar en esta novillada, fue el certero uso de las espadas. Se agradece. Salvo Álvaro en los dos últimos que falló, en los cuatro restantes se vieron buenos espadazos.

Víctor saludó una ovación en el primero. Toreó con mucha profundidad a un novillo noblote pero al que le faltó fuerza. Ante el tercero saludó otra ovación y cortó una oreja al cuarto de la tarde. Sus mejores pasajes fueron sus series con la mano izquierda y la estocada fue sensacional. En su primero hubo una tímida petición de oreja y en este, con una clara mayoría, el madrileño consiguió el primer trofeo de la feria. 


Alarcón sufrió en el segundo de la tarde una cornada de quince centímetros pero aguantó en el ruedo hasta dar muerte al animal. Pasó a la enfermería y volvió a la arena para enfrentarse a los dos últimos novillos. Herido, mellado de facultades y unido a un lote que apenas dio opciones, poco pudo hacer el toledano.  

El sobresaliente fue Adrián Henche (marino y oro). Destacó la brega de Víctor García ‘El Víctor’ en el cuarto y Gómez Escorial en el quinto. Y con banderillas saludaron Marcos Prieto en el cuarto y Andrés Revuelta en el quinto.


El domingo 2 actuaron Adrián de Torres, Román y Ángel Sánchez. Curioso detalle pues los tres vinieron de blanco pero en las tres variedades que ofrecen los sastres taurinos: en oro Adrián, de plata Román y en azabache Ángel Sánchez. El encierro de Adolfo trajo un segundo toro muy bien presentado y un sexto que fue una alimaña. Áspero y exigente animal que mandó al de Colmenar a la enfermería.  Los demás pecaron de falta de casta. 

Adrián de Torres a pesar de haber cumplido una década como matador de toros, no había venido a Madrid en todos estos años, así pues en este dominical festejo confirmó su doctorado. Y pasó sin suerte. Se ganó su actuación en esta feria otoñal por sus buenas actuaciones en los festejos veraniegos pero la suerte no le acompañó en el ruedo madrileño. Aguantó las sosas embestidas del primero pero lo hacía atropelladamente, como si tuviera prisa. En el cuarto se llevó una bronca. Tuvo altibajos el trasteo. Llegó a pegar algunos naturales muy sentidos que alegraron a la concurrencia. Por hacer una faena pasada de tiempo, el Adolfo se complicó y puso las cosas muy difíciles para la suerte suprema. El de Jaén se atascó con la espada y a punto estuvo de sonar el tercer aviso. Temiéndose lo peor, tiró de descabello para aligerar y pegó un sainete. "¡Se mata con la espada!", se escuchaba y con razón por los tendidos. Debut para olvidar del de Jaén en la Villa y Corte. 

Román se lució en el saludo de capa. Con el mentón hundido y jugando los brazos con majeza, consiguió enjarretar al cárdeno un animal un manojo de buenas verónicas. Tuvo cierta emoción emoción el animal. En una faena que no de terminó de redondear el valenciano, llegó a dejar instantes de mucho mérito. El quinto fue muy protestado y la gente pidió su devolución pero don Víctor Oliver no quiso sacar el pañuelo verde dejando a Román sin la opción de poder tener un toro en condiciones.

Cerró terna Ángel Sánchez. Su primer toro fue a menos y acabó aplomado. Durante el tercio de varas, se picó en quites con Adrián. Éste toreó por gaoneras y el madrileño se ajustó al toro con unas ceñidísimas chicuelinas. El duro sexto le mandó a la enfermería y Adrián despachó al animal con un eficaz golpe de descabello.


Iván García brilló por su brega al primero y por sus pares de banderillas al cuarto. Curro Javier banderilleó estupendamente al tercero y lidió con mucha eficacia al sexto. 


El jueves 8 se lidió la segunda novillada del ciclo. Desde una provincia con tan poca tradición en lo que a la crianza del toro bravo se refiere como es la de León, se corrieron los santacolomeños animales de Valdellán para el francés Yon Lamothe, el madrileño Diego García y el murciano Jorge Martínez. La corrida se remendó con dos novillos de la ganadería de López Gibaja (quinto y sexto).

Tarde insípida y larga, ya que en el sexto toro, salieron hasta dos sobreros. Francés y madrileño estuvieron apáticos. Toreaban sin alma, como para pasar el trámite. El triunfador fue el levantino. Jorge dio una vuelta al ruedo en el tercero. Fue el de Murcia uno de los novilleros triunfadores de mayo y se le esperaba con ilusión. Volvió a dejar un gran sabor de boca. Quiere hacer las cosas bien y torea con gusto y personalidad. Lo más lucido de su trasteo fueron los finales para cerrar la faena de muleta. Como queda dicho antes, hasta tres toros salieron por toriles para cerrar la novillada, cada uno más inválido que el anterior así que el murciano no tuvo ninguna opción.


Yon Lamothe vistió de verde oliva y oro (se presentó en Las Ventas), Diego García de blanco y oro y  Jorge Martínez de nazareno y oro. Entre las cuadrillas destacó Víctor Pérez banderilleando al primero.


El viernes 7 se derrumbaron los Pilares. No los de la plaza sino los toros salmantinos de Don Moisés Fraile. Inválidos y flojos. El quinto tuvo una presentación indigna para Madrid. Cuando no hay mucho que contar, no merece la pena alargarse sin sentido. Después de lidiar dos corridas exigentes, duras y que hicieron sudar en 2019 y el pasado mayo en esta plaza a los toreros modestos que se enfrentaron a ellas, este día 7 con tres figuras de postín la corrida fue una auténtica catástrofe. Unos breves apuntes es lo que se puede desgranar de esta tarde. 

Las esperanzas se perdían a medida que avanzaba la tarde. Diego Urdiales (verde y oro) atesora un toreo exquisito pero no terminó de verlo claro. En el primero dejó destellos con capa y muleta y cerró la faena con una buena estocada. Y poco pudo hacer el de Arnedo con el cuarto. Un grandón toro que se paró mediada la faena de muleta ante la desesperación de Urdiales. 


Por su parte, Juan Ortega (botella y oro) se lució en un precioso saludo al segundo de la tarde. Con esas verónicas me quedaré. Al quinto, le pegó un ramillete de ayudados que fueron inmensos: por bajo, a media altura y por alto. Cerró con un molinete y un pase de la firma. El resto de la faena fue un toreo templado a aquel "pilar". Los derechazos fueron siempre a media altura, pues exigir al toro supondría que se viniese abajo. La tanda fue pausada, siempre dando sitio y dejando al animal a su aire. Dio el sevillano una clamorosa vuelta al ruedo. 


Cerró la tarde otro sevillano: Pablo Aguado (lirio y oro). Sus pasajes con el capote fueron emocionantes. No terminó de redondear las series pero dejó muletazos de toreo caro. Fue ovacionado en el tercero y silenciado en el sexto.


Al romper el paseíllo se recordó al matador de toros Luis Alfonso Garcés fallecido horas antes. 


El sábado 8 se anunció un cartel de campanillas: dos veteranos como Uceda Leal y Morante de la Puebla flanquearon en el paseíllo al gran triunfador de San Isidro: Ángel Téllez. Si el día anterior lidió Moisés, hoy tocaba otro encierro de la familia Fraile: Lorenzo; hermano de Moisés y propietario de una vacada que se anuncia con el nombre de El Puerto de San Lorenzo. En cuarto lugar salió un sobrero de José Vázquez. Variopintos y de diversa condición, destacó el gran tercero, de nombre Langosto. 

La corrida tenía que haber concluido en el tercero. Los tres restantes fueron sosos y anodinos. De teja y oro llegó Uceda Leal. Estuvo sensacional en el primero. Clasicismo y torería madrileña. El de Canillejas lo bordó con capote, ya que replicó por chicuelinas un rotundo toreo a la verónica de Morante, y con la muleta porque toreó a placer a aquel toro, y antes, de salida, meció con suavidad la capa dirigiendo las embestidas de aquella res. José Ignacio dio una rotunda vuelta al ruedo. Hubo cierta petición pero no hubo oreja. Si José María Manzanares sigue con el síndrome Peter Pan y no quiere asumir que ya no es un muchacho recién doctorado, sino un matador con diecinueve años de alternativa y sigue sin abrir carteles aunque sea a base de meter rejoneadores o dar alternativas, aquí tiene a un pedazo de torero para que le abra cartel tarde sí y tarde también. Además mata, y muy bien.  


En una feria que giró en torno al recuerdo del gran Antonio Bienvenida, Morante quiso homenajearle de diferentes maneras. Una de ellas fue el vestido. Un verde manzana y oro, color que últimamente apenas se usa. Y otra fue el pase cambiado. Salvando esos detalles y las monumentales verónicas al primero de la tarde, José Antonio fue silenciado. En los últimos coletazos de la temporada, Morante va a cumplir los cien festejos. Si no me equivoco, le quedan dos festejos para redondear tal apabullante cifra. 


Ángel Téllez vistió de burdeos y oro. En tercer lugar salió el ya gran Langosto y vendió cara su vida. Tenía nobleza y fijeza, pero también tenía casta y poder. Un toro de bandera. Ángel lo hizo todo mal. ¿No hubo nadie aconsejando al muchacho? Se ve que no. Cuando el toro requería muletazos de uno en uno, Ángel quería series continuas de muletazos. Cuando el toro requería Téllez mando y dominio, Ángel toreaba como si ya el animal estuviera programado para embestir... En fin, un cúmulo de despropósitos. Fue ganas e ilusión pero también fue juventud e inexperiencia. A su favor diré que tiene apenas tres años de alternativa, así que con más motivo necesitaba tener a alguien que le diera el oportuno consejo. Y no llevó mala cuadrilla así que con más razón para que este toledano diese un nuevo golpe en la mesa para afianzar su posición en el escalafón. 


Entre las cuadrillas destacaron Rafael Vioti lidiando y un buen par de Juan Navazo, ambos al tercero.
 

Cerramos el domingo 9 la Feria de Otoño 2022 con los animales de Ricardo Gallardo. Los toros de Fuente Ymbro dieron opciones en la muleta. La corrida fue remendada con un toro de El Puerto de San Lorenzo, que salió en sexto lugar.

Miguel Ángel Perera vistió de marfil y oro. Fue exigido y se le protestó la colocación toda la faena. Saludó una ovación tras una faena en la que abundaron los enganchones. Tras varias tandas simplonas despachó al animal con una estocada desprendida. Su segundo toro estuvo inválido ya que mostraba cojera en la mano derecha y aún así el presidente no lo devolvió a pesar de la insistente petición por parte de la parroquia venteña. 

Los toros que se lidiaron en segundo y quinto lugar le tocaron en suerte al galo Juan Leal que vistió de verde y oro. ¿No hubo nadie en el callejón que le dijera a Juan que sus toros tenían más opciones de las que él pensaba? Mostrar valor y pasarse a un toro a milímetros de los muslos a mí me admira, pero no me llena, no me levanta del asiento. Ahogó a ambos animales y él mismo lo echó a perder. Horrorosa tarde del francés. 

Un precioso lirio y oro lució Álvaro Lorenzo. Insípida tarde del toledano. Toreo moderno y periférico fue el que desarrolló este joven manchego. Metiendo pico y tirando líneas, no terminó de aprovechar ni la boyantía del tercero ni la nobleza del sexto.

Entre las cuadrillas destacaron Curro Javier bregando al primero, un buen par de Javier Ambel también en este toro. Otro excelente par de Andrés Revuelta al tercero, el gran puyazo de Vicente González al quinto. En el sexto se lució la cuadrilla al completo de Lorenzo: Andrés Revuelta con el capote y Fernando Sánchez e Iván García con banderillas.



(Fotos: Andrew Moore y Ana Escribano)



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