jueves, 13 de octubre de 2022

Un suspenso general y un triunfalista fin de temporada.

En la víspera de la Virgen de El Pilar se celebró la tradicional final del certamen "Camino hacia Las Ventas" que este año cumple su décima edición. El martes 11 se lidio una gran novillada de Lorenzo Rodríguez Espioja, de Ledesma (Salamanca) para Pepe Luis Cirugeda (botella y oro, Escuela de Navas del Rey), Alejandro Chicharro (blanco y oro, escuela de Colmenar Viejo) y Joel Ramírez (marino y oro, escuela de Tauromaquia de Madrid). 

La gran noticia fue la cantidad de gente que asistió. Trece mil personas según la empresa. ¡Más de media plaza! A punto estaba de salir el primer eral y aún seguían entrando espectadores por las bocanas de los tendidos altos de sombra como si de una tarde de figuras se tratare. Y mucha gente joven, muchísima. A la vista está que se dejó de hacer el festejo en horario matinal y se quitó a un novillero con caballos que aumentaba el festejo en dos animales más y salió bien. Era infumable tragarse ocho toros una mañana, salir pitando a comer y volver corriendo a la plaza para asistir al festejo vespertino con el café y el postre aún en el gaznate. 

Me aburrieron los muchachos. Mecánicos, iguales, sin personalidad... Mismos quites, mismas formas,  mismos inicios. Cortados por el mismo patrón. El que se llevó el premio, porque decir triunfador no sería justo, fue Cirugeda. Dio una vuelta en el primero y cortó una oreja al cuarto. Por mí, el trofeo habría quedado desierto. Me acuerdo del buen toreo de David González en la primera edición, de las puertas grandes de Carlos Ochoa en 2015, de Francisco de Manuel en 2016 y de Álvaro Burdiel en 2019, de la raza y actitud de Isaac Fonseca un año antes... Todos ellos dejaron un gran sabor de boca con lo que salió por toriles pero este martes es que no hubo por dónde cogerlo. Una novillada enclasada y que dio enormes opciones de triunfo, pero no fue aprovechada por tres chicos que a medida que toreaban, parecía cada uno un calco del anterior. Son chavales que empiezan, por lo tanto no hay que tener la misma exigencia que con un veterano matador, pero me consta que algunos de ellos ya llevan tiempo toreando por los pueblos y cogiendo experiencia. Por lo tanto un toque de atención sí hay que darles. Así se las ponían a Felipe II. Y así se las pusieron a tres novilleros que torearon ante la cátedra madrileña y suspendieron un examen ante una novillada que garantizó una matrícula de honor. 


Fueron muy aplaudidos los buenos pares de Raúl Ruiz al segundo. 


Se acabó la temporada. El miércoles 12 fue el único día que se abarrotó la plaza. Ni los sevillanos el viernes ni Morante el sábado consiguieron vender todo el papel. Madrid se llenó para ver al torero del momento: Andrés Roca Rey. La terna la completaron Alejandro Talavante y Francisco de Manuel. Los toros lucieron hierro y cintas de Victoriano del Río. En segundo lugar tuvieron que salir hasta dos sobreros del mismo hierro y la corrida en conjunto fue noble y boyante. 

La última vez que Madrid vio salir a dos matadores de toros juntos fue en 2016, en aquella Beneficencia José María Manzanares y Alberto López Simón salieron tras cortar dos orejas cada uno. Este día del Pilar Andrés y Francisco cortaron dos y tres orejas respectivamente. La plaza volvió a ser un manicomio. Roca cortó dos orejas al segundo. Fue una faena en la que el peruano tiró de su habitual repertorio. Los habituales inicios cambiados por la espalda citando de lejos al animal, unos derechazos muy profundos y unos naturales que no fueron redondos del todo. El peruano consiguió sacar todo lo que tenía aquel "victoriano" y cerró la faena con unas desiguales bernadinas. La faena fue buena pero no como para tal premio. Así un manicomio enloquecido pidió una exagerada segunda oreja haciendo de ella el salvoconducto para abrir la puerta grande, así pues tras las de 2016 y 2019, Andrés salió a hombros de Madrid por tercera vez. Ante un vulgarote sexto, RR fue silenciado.

El otro triunfador fue Francisco de Manuel. Cortó un total de tres orejas. También fue un premio demasiado excesivo, ni la primera faena era de oreja ni la segunda de dos. Lo más sensato hubiera sido un balance total de vuelta al ruedo y oreja. Quiso buscar la colocación y torear bien. Comenzó de rodillas. Citó de lejos y pegó un ramillete de derechazos para calentar al público. Ya de pie, el joven toricantano recetó una nueva y rotunda serie por derechazos pero al coger la mano izquierda la intensidad de la faena bajó mucho. El toro se acabó rajando y la estocada no fue perfecta. Como Roca sufrió un corte en la mano izquierda, Francisco toreó al quinto mientras Padrós y su equipo atendían a RR en la enfermería, así se corrió turno para que éste se enfrentase al último del festejo. Y cortó dos orejas. En este quinto bordó Fran un quite por chicuelinas: mecidas, de mano baja, muy lentas... Después de ese éxtasis con el capote, Madrid clamó con un manojo de naturales al ralentí. Imposible torear más despacio. La faena fue buena. Hay ganas, actitud y buenas formas. Aquí hay torero. Cerró el trasteo con una estocada de mala ejecución que debió lastrar el trofeo pero ni por esas, de nuevo, un público ávido de triunfalismo le premió con las dos orejas. Así pues Francisco y Andrés, cruzaron en loor de multitudes cruzaron ese arco mudéjar que da a la calle de Alcalá.


Talavante cerró pésimamente su temporada más gris. Salió derrotado de Las Ventas. Apático y desganado, se dejó vivo al cuarto toro. Año absolutamente en blanco del extremeño.

Los toreros vistieron respectivamente de burdeos y oro, corinto y oro y blanco y oro. Entre los de plata destacó Miguelín Murillo banderilleando al primero y en el sexto la lidia de Juan Carlos Rey y un par de Fernando Sánchez.



(Fotos: Ana Escribano y Andrew Moore )




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