sábado, 23 de febrero de 2019

Emilio empieza fuerte.

Tras las ferias de Ajalvir y Valdemorillo, hoy se había programado un nuevo festejo en la Comunidad de Madrid, en este caso en el popular barrio de Carabanchel, en el llamado Palacio Vistalegre.
Un cartel con un torero en retirada y otro en renacimiento, El Cid y Emilio de Justo. Tras dos décadas de alternativa y grandes tardes en muchas plazas Manuel este año deja de torear. En el caso de Emilio, tras un parón en su carrera donde los pocos festejos que toreó estuvieron repartidos en pueblecitos de su Extremadura natal y Francia, volvió a resurgir el año pasado haciendo una temporada jalonada de triunfos culminada con una puerta grande en Madrid recordada sobretodo por dos estocadas sensacionales.
El ganado fue variado de encastes y de comportamientos: dos reses salmantinas de El Puerto de San Lorenzo, dos Albaserradas de Victorino Martín y dos toros de Parladé.

El Cid, vestido de azul y oro recibió una cariñosa ovación por parte de los aficionados madrileños.  Quiso pero no pudo, a su primero lo alanceó con gusto a la verónica y al tercero de la tarde, herrado con la A coronada no pudo con él, un gran toro; Morisco era su nombre, y aunque Manuel si que le sacó algunos derechazos ligados, tras unos desarmes se fue a por el acero. Escuchó una ovación y en sus otros dos toros del lote no dejó nada que merezca ser contado.
Emilio de Justo, con un terno blanco y oro inició la que muchos deseamos sea una temporada rotunda que afiance lo conseguido el año pasado y se consolide en el escalafón. Ha dejado una tarde importante, en la que ha destacado su toreo de capote y las dos caras mostradas ante dos toros de diferente embestida y comportamiento: su solidez y valor ante un exigente y muy difícil toro de Victorino al que le avisó varias veces y llegó a librarse de un percance, y el gusto y torería en el toro que cerraba la tarde. Tras varias tandas repletas de gusto, naturalidad y un torerísimo cierre con la mano izquierda de frente y a pies juntos rubricó con una soberbia estocada que hizo que la faena fuese premiada con dos orejas.

                         


                           (Foto: Arjona)


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