jueves, 10 de julio de 2025

Correderos urbanos.

Hay que tener mucho valor para levantarse a las 7:15 h sobre todo si uno está de vacaciones entre el 8 y 14 de julio y ver la previa de cada uno de los encierros diarios durante San Fermín. Yo ya lo dejé. Y hace bastante tiempo. En verano escuchar la alarma y encender la tele para seguir el encierro y ver qué deparará el traslado de los toros hasta los corrales de la plaza pamplonica es algo que apetecía. Aunque hubiera sueño y cansancio. Con el cuerpo todavía en estado de letargo, se pone TVE y se espera hasta que suena el cohete. Pero con ese sueño, el valor que hay que tener es para escuchar la abominable tortura con la que nos aburren los contertulios. Durante tres cuatros de hora, y más con con ese sueño, es soporífero escuchar la retahíla de tonterías que cuentan hasta que a las 8 en punto empieza el encierro.

En dicha previa informan del encierro del día anterior con todo lujo de detalles para seguir entrevistando mientras tanto por la calle a todo el que se cruza con el reportero de TVE. Y si da tiempo, cosa que no veo que ocurre, porque da la impresión que en cuarenta y cinco minutos no hay el más mínimo hueco, si acaso ponen algún fragmento del festejo del día anterior. Recuerdo que cuando veía el programa entero apenas daban unas mínimas pinceladas testimoniales y a seguir diciendo tonterías de diferente magnitud. ¡Ah! y hablar del tiempo. Es una obsesión, da igual el canal, da igual el medio. Parece que desde que empieza el primer encierro hasta el último, lo único importante es el tiempo que tardan los toros en correr por las calles de la capital navarra. No sé si una obsesión o una obligación, pero ya no sé si estoy viendo Fórmula 1, el Tour o los Cien metros lisos. Da igual. A los periodistas les encanta. Estoy plenamente convencido que a muchos periodistas les gusta ver como el cronómetro va bajando. Solo les importa eso. Las estadísticas. Qué si tal ganadería fue una décima más rápida que su carrera la feria pasada o tres décimas más lenta en la anterior. Habéis convertido un encierro en una carrera de velocidad. La turra que dais los periodistas con el cronómetro y los tauródromos en las ganaderías han convertido algo tan espectacular en el pelotón del Tour de Francia. Es harto aburrido. Ves una marabunta pasar a toda pastilla y si pestañeas te lo pierdes. Los correderos en las ganaderías, además de ejercitar al toro, han hecho que estén juntos, que aprendan a correr hermanados. Por eso hace tiempo que en Pamplona deberían de dejar de llamar encierro a semejante carrera de velocidad. Tendrían que llamarse correderos urbanos. Busque vídeos de los salvajes encierros de los 80 y 90 verán la diferencia. El antideslizante, que sus ventajas supongo que tendrá, imagino que sobre todo los días de lluvia, también ha hecho estragos. Y los bueyes lo mismo. Son fundamentales en el manejo del ganado bravo, pero estoy seguro que algo se podrá hacer. Los bueyes rodean a los toros y salvo una fractura en la manada, los bueyes abren paso y ganan protagonismo. Y no lo digo, lo dicen muchos experimentados corredores que viajan por España para participar en diferentes fiestas patronales.

Digo que lo dejé porque la gota que colmó el vaso fue hace tiempo; una madrugada en la que el periodista de turno preguntaba a la gente cómo había que atarse los cordones para el encierro. A las siete de la mañana entiendo que es fundamental explicar a un somnoliento espectador los nudos con los que los corredores se atan las zapatillas. Hablar de la historia de la ganadería que corra esa mañana, de las trayectorias de los tres toreros que se enfrenten a esos seis toros por la tarde, de momentos inolvidables que ocurrieron en efemérides años anteriores... para qué. En manos de un gobierno antitaurino qué se puede esperar. Después de un deleznable comentario en un informativo de una televisión local vasca, el ganadero Álvaro Núñez en la tertulia de este miércoles 9 de julio al acabar el "corredero urbano" ha puesto el grito en el cielo y en plena tertulia ha reclamado dar un total protagonismo a la corrida vespertina. Un encierro tiene su sentido y objetivo. Si en el fútbol los medios se dedicaran a informar de los entrenamientos y obviaran el partido la afición protestaría. Y con razón. Esto es exactamente igual. Sin corrida no hay encierro. El encierro es la antesala de una lucha ancestral entre hombre y bestia. El bulllicio de la plaza de Pamplona da luz y alegría a una fiesta que tiene al toro de lidia como referente. ¿No lo llaman la fiesta de los toros? Pues eso hacen las peñas durante las dos horas de festejo: cantar, reír y beber. Lo que es una fiesta, vamos.

Una fiesta que gira en torno a la figura totémica del toro, pero que lo ignoran. Ya no es un animal legendario. Ahora es un atleta que debe batir tiempos cada feria. Muchos aficionados abogan por quitar la polémica tablilla en las plazas. Yo quitaría el cronómetro en San Fermín. Si la tablilla del peso ha hecho estragos y muchas ganaderías han tenido infinitos problemas para lidiar principalmente en plazas importantes, el cronómetro está destrozando los encierros pamplonicas. Lo pienso desde hace tiempo. 
Dejad que los animales seas eso, animales y no atletas. Hay gente que paga por alquilar un balcón en cualquier de los edificios del recorrido. En la primera búsqueda de Google ofrecen balcón por 170 euros. Antes veían salvajismo, la manada fracturada y los toros derrotando a todo lo que sea cruzaba en su camino. Ahora ven seis manchas negras cruzar Estafeta a 40 km/h. Les compadezco.

Gracias a un tal Ernest Hemingway, San Fermín llegó a los cuatro puntos cardinales. Una fiesta conocida en todo el orbe. Ernest se enamoró de Pamplona y de la Fiesta de los toros. Y así lo demostró. Gracias a él, la tauromaquia llegó primero a la sociedad americana y luego a todo aquel que seguía sus obras. Pamplona es única. El toro es rey. Debe ser protagonista indiscutible, no solo de 8:00 a 8:04 en TVE. Los aficionados también tenemos derecho a saber qué ha pasado sin necesidad de estar buscando en internet. Que los informativos hablen de cada festejo, que cuenten qué pasó. Y que Televisión Española retransmita festejos. Que los toreros y ganaderos luchen por ello. Y sobre todo la Casa de Misericordia. Pamplona es muchísimo más que una veloz carrera. El planeta de los toros es inmenso, lleno de historias, recuerdos y momentos. Que la tauromaquia en Pamplona no se quede solo en un corredero urbano. No es de justicia.