El cielo gris amenaza tormenta. Lleno hasta la bandera. En los abarrotados tendidos espera la afición una tarde grande. A caballo, los hermanos Zulueta, alguacilillos de La Real Maestranza, se dirigen a entregar la llave al torilero. El ruedo está impecable y la plaza, tan bella como siempre. Son las seis y media. Comienza la corrida. Un lugar único. Sevilla es diferente.
Foto: Arjona.
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